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Lealtad, 1
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El mercado que se ha vuelto binario

Decía Bob Dylan que los tiempos cambian, y sólo parándose a pensar en los acontecimientos económicos del último lustro uno empieza a valorar la magnitud de los cambios. El mercado de valores no suele ser una excepción. Sigue subiendo y bajando, y los inversores parecen comportarse como una manada de ovejas aquejadas de ciclotimia. Pero los tiempos cambian y el presente parece mucho más exigente para los inversores que el pasado.

Desde que empezó a aflorar el miedo al colapso del sistema financiero global en conjunto, allá por 2007, el mercado ha entrado en una fase binaria. En un sistema de numeración binario sólo existen dos cifras, el cero y el uno. Es el lenguaje que utilizan los ordenadores, que codifican y transmiten la información trabajando con dos niveles de voltaje: encendido es uno y apagado el cero. En los últimos tres años, el mercado parece aplicarse el mismo código que las computadoras. Encendido o apagado. Cero o uno. Apetito por el riesgo o aversión al riesgo. En prácticamente cualquier sesión de mercado desde entonces la mecánica es la misma. O hay apetito por los activos de riesgo o no lo hay, y los mercados se mueven en bloque. Lo único que varía es la percepción de qué es un activo de riesgo. La deuda española, por ejemplo, empezó como activo más o menos seguro pero este año pasó a ser activo de riesgo.

El motivo no es único: la incertidumbre económica y la dimisión del inversor final provocan que las posiciones de los inversores sean extremas. Hoy por hoy tantos son los opinadores que prevén hiperinflación como los que atisban la deflación. Y en función de si las cifras dan la razón a unos o a otros el dinero, que años ha cambiaba de perfil con la parsimonia de un transatlántico, salta de un extremo a otro del espectro de activos. De ahí la gran correlación. Y de ahí que hace un mes se redactase el acta de defunción del euro y hoy sea Estados Unidos el foco de todos los males.

Es lo que algunos analistas han denominado "el mercado del lobo", que se añade a los clásicos mercados del oso (bajista) y toro (alcista). Es decir, un mercado con rangos de cotización estrechos, alta volatilidad, mucha correlación entre acciones y violentas inversiones de la tendencia. En otras palabras, la definición de lo vivido estos últimos meses.

En ambos casos existe una elevada dependencia de dos variables: las noticias macroeconómicas, porque justifican los cambios de tendencia, y los niveles técnicos, que ponen límite al alcance de dichos cambios de tendencia. Lo más relevante para el inversor, quizá, es que este nuevo mercado parece estar aquí para quedarse, y la debilidad económica de Estados Unidos no hace sino reforzar esta expectativa.

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