Aprender a no olvidar las crisis
No parece que nuestro fuerte sea aprender las lecciones que nos dejan las crisis económicas. De eso trata el último libro de Juan Tugores, catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona. Se trata de su tercera obra en poco tiempo. El primero, de marzo de 2008, titulado "¿Y después de la globalización?" se preguntaba sobre las consecuencias económicas y sociales de la globalización. Ya apuntaba que la desigualdad social podía terminar siendo un problema económico. Incluso se preguntaba si estaban en riesgo los progresos democráticos y de bienestar conseguidos en el último siglo XX.
El segundo, publicado en 2009, se titulaba "El lado oscuro de la economía" y llevaba el sugerente subtítulo de "Lo que no quieren que sepas sobre la crisis". Cuando algunos análisis confundían los detonantes con las causas profundas de la crisis, Tugores supo desmantelar las bondadosas e interesadas explicaciones hechas desde los mismos sectores que con sus comportamientos habían contribuido y no poco a la gravedad de la crisis. También apunta algunas ideas a retener: equidad ¿estamos todos en el mismo barco? o la contraposición entre macroeconomía y microciudadanía. Con estos antecedentes su último libro estaba cantado.
Se titula "Crisis: lecciones aprendidas . O no". Nos advierte que los análisis de la crisis están contaminados por los intereses en juego. Nos recuerda que los ingredientes de la crisis son viejos conocidos nuestros, a pesar de que suela olvidarse. Se insiste en los desequilibrios entre países y sobre todo clases sociales como una de las causas profundas de la crisis.
Apunta a que no se supo o no se quiso ver los riesgos de determinados comportamientos porque el sistema económico y financiero permite que algunos puedan asumir riesgos y después externalizar las consecuencias de sus conductas a otros o al conjunto de la sociedad. Y termina con un conjunto de interrogantes construidos sobre una pregunta retórica sobre si hemos aprendido las lecciones de la crisis o una vez más nos disponemos a repetir la historia. La respuesta resulta obvia. Posiblemente -y esto es de mi cosecha- porque si "aprender las lecciones de las crisis significa para los poderes económicos dejar de tener importantes beneficios, los incentivos que tienen para no aprender son muy poderosos". El siguiente libro bien pudiera titularse Cómo enseñar a los que no quieren aprender de las crisis".
Joan Coscubiela Conesa, profesor asociado de Derecho de Esade