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Columna
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El incendio económico ruso

Vladimir Putin tomó aire esta semana, sentando en el asiento de copiloto de un avión de bombardeo de agua en un esfuerzo para luchar contra los incendios que envuelven a regiones enteras de Rusia. Pero es probable que se deba hacer mucho más para levantar la popularidad del primer ministro. La vida en grandes ciudades como Moscú, se ha hecho insostenible. Los rusos deben preparase para las graves consecuencias que dejará el infernal verano en la economía.

Olvidemos por un momento que el mercado de bonos y de acciones se ha reducido drásticamente en las últimas dos semanas, simplemente porque los banqueros se han quedado en casa o huyeron de la ciudad. La ola de calor y los incendios han devastado ya los cultivos de todo el país. Esto afectará severamente los ingresos de exportación, incluyendo la ironía añadida de que Rusia no puede beneficiarse del incremento de los precios del trigo desde que la prohibición de las exportaciones para cubrir la demanda local. Además, la casi parálisis completa de las regiones bajará la producción industrial. Esto podría provocar hasta un impacto añadido del 1% en el PIB de este año, según HSBC.

La economía rusa había previsto un crecimiento del 5% y el 6% este año después de la fuerte caída de 2009 cuando se redujo un 8%. Los incendios retrasarán el retorno a los niveles previos a la crisis. Mientras, la inflación, que se sitúa en torno al 7%, se verá incrementada por el precio de los alimentos y posiblemente por la tentación del Gobierno de destinar dinero a los problemas causados por el fuego.

Rusia no puede contar con el precio del petróleo para obtener una ayuda. La principal exportación del país sigue estancada en torno a 80 dólares el barril, y con señales desde EE UU y China de que no se espera un aumento en el corto plazo.

En algún momento, los inversores extranjeros pueden tener miedo. La incapacidad del Gobierno para organizar una apuesta rápida contra unos incendios en constante expansión ha puesto de relieve los defectos de su excesiva centralización y del ineficiente y corrupto aparato estatal.

Pierre Briançon

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