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Tribuna
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El nuevo statu quo en la construcción

La situación que tenemos ante nosotros no es un problema coyuntural. Nuestro stock de infraestructuras está, de media, a la altura de los países de la UE, y el parque de viviendas ostenta un sobre stock de entre 1 y 1,5 millones de viviendas. Así pues, estamos ante el típico escenario en el que la oferta supera ampliamente la demanda, con el consiguiente proceso de caída de la oferta, tanto por desaparición como por concentración.

Ante este escenario, ¿qué pueden hacer las empresas de construcción? Pregunta simple pero de compleja respuesta, pues no hay solución inmediata ni válida para todos los casos. La situación de muchas empresas españolas es muy grave, y no pocas están condenadas a su desaparición, por falta de liquidez o por falta de capitalización.

No obstante, y con objeto de trazar unas directrices razonables, las empresas del sector hoy deberían tener más que nunca un plan, una hoja de ruta que marque por dónde seguir. Primero analizarse internamente en detalle, viendo claramente sus estados financieros, la proyección realista de los mismos en el marco de la coyuntura actual, y analizar con criterio de qué competencias y capacidades se disponen para construir sobre las mismas con objeto de ofrecer valor y diferenciación. Partiendo de esta base, formular el plan a futuro, priorizando claramente en función de las urgencias coyunturales y estructurales en cada caso.

Tres grandes líneas en general debieran abordarse: capitalización, diversificación e internacionalización. Hay que buscar actividades complementarias a la construcción, aprovechando las capacidades internas y el networking en el área de actuación de cada empresa. Y salir al exterior, que si bien es cierto que "la obra viaja mal", a partir de ahora… "o estás fuera o no estarás". Cierto es que para muchas empresas ya se llega tarde, pero si se quiere sobrevivir tendrán que intentarlo.

Este proceso pasará por fusiones, a poder ser entre empresas complementarias, por concentrar pymes sectoriales con objeto de sanear sus balances, por evaluar una internacionalización incluso en países de mayor riesgo, y tener el músculo mínimo para poder atender la demanda solvente de crédito que solicitan ahora los bancos para poder optar a proyectos público-privados, en los que se requerirá capacidad de inversión para ganar nueva cartera de obras.

Este nuevo escenario, incluyendo el nuevo marco que supone la progresiva implantación de la nueva ley de morosidad y la tendencia a eliminar la extendida práctica de los reformados en la construcción española, requerirá una máxima atención al control de costes, a la posición del flujo de caja obra a obra, con especial atención a las UTE, más difíciles de controlar por su propia naturaleza compartida, y una adecuada gestión del talento de todos los empleados. Cambio de escenario, cambio de prácticas: eliminación de tareas sin valor añadido, centralización administrativa, compras centralizadas, externalización de funciones de soporte non-core, evolución de los jefes de obra hacia mayores competencias de gestión económico-financiera…

Y es que hay que aceptar que los años dorados han acabado… y no volverán. Habrá que superar los marcos mentales y adaptarse al cambio, el colectivo humano de las empresas de construcción deberán ampliar su grado de "empleabilidad" para atender otra tipología de trabajos, y ampliar la predisposición de movilidad para facilitar el desplazamiento de talento acompañando a las empresas en su necesario proceso de internacionalización.

No nos engañemos, el sector va a cambiar considerablemente. Por ello, sólo nos queda no negar la evidencia, ser innovadores y afrontar el futuro con unas empresas más sólidas, diversificadas e internacionalizadas.

Jordi Roca. Socio de Accenture

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