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Lecturas veraniegas

La conversión del prudente en necio

El crac financiero de 2008 es equiparable en magnitud y alcance al de 1929. Un crac viene precedido de una época de euforia irracional donde los más prudentes nos convertimos en necios y confundimos el valor con el precio. En épocas de euforia financiera, mucha gente se convierte en especuladora sin saberlo. Juegan con sus ahorros sin ser conscientes de ello, aunque ofrecen síntomas fáciles de reconocer, pues la especulación es un verdadero síndrome del necio. Un ignorante es alguien que debía saber algo o lo podía haber sospechado. En resumen, la necedad es una amalgama de ignorancia, confusión y pretensión.

El libro está dividido en dos partes. La primera, titulada Las Mayores Burbujas de la Historia describe las principales burbujas: la de los tulipanes de 1636, la de la Compañía de los Mares del Sur de 1720, el crac de la Bolsa de Nueva York de 1929, la crisis de Japón de 1990, y la más reciente: las conocidas hipotecas subprime o la burbuja inmobiliaria estadounidense. La segunda, titulada El Síndrome del Necio y su Propagación describe los 10 síntomas de la enfermedad de la codicia y cómo el síndrome se propaga de la especulación financiera a la recesión económica. Así mismo, la obra plantea cinco grandes preguntas en relación al futuro más próximo: ¿Dónde ha ido a parar el dinero de la especulación?, ¿Qué supondrá esta crisis?, ¿Cuándo acabará?, ¿Dónde están las responsabilidades?, y ¿Qué hemos aprendido?

Los aprendizajes más importantes de la crisis financiera global son: 1) Los bancos centrales tienen que evitar mantener los tipos bajos tanto tiempo; 2) Los bancos de inversión han gozado de demasiada permisividad, tanto en lo que vendían como en las remuneraciones de sus directivos; 3) Las agencias de rating no deben cobrar en función de cuántos productos valoren, es decir, las valoraciones de riesgo que realizan; 4) Las tasadoras de inmuebles han de eludir valorar los inmuebles a precios poco sostenibles a corto plazo si los bancos van a prestar a largo plazo; 5) Los bancos minoristas tienen que ser fieles a sus criterios de prudencia; 6) Los reguladores no deben ser sometidos a presión política o empresarial; 7) No tendríamos que habernos endeudado tanto y los políticos nunca frenaron las burbujas; 8) Necesitamos medios de comunicación independientes.

Emilio Navarro, profesor de Economía de Esade

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