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Lealtad, 1

¿Estamos otra vez en abril de 2009?

Un rebote del 25% después, los servicios de inteligencia de bancos de inversión y casas de análisis empiezan a subirse al carro alcista. El lunes el mercado superó algunas referencias técnicas relevantes, excusa perfecta para entonar los cantos de sirena alcista. En los informes y en las declaraciones de los expertos se encuentran motivos para la remontada de las Bolsas y, con la obligada cautela, parece que ésta tiene papeletas para continuar.

Sólo hay una pega. Y es ese 25% que ha subido el mercado mientras el alivio de la situación ha ido cristalizando. No ha sido un rebote tan vertical como en 2009, pero la sensación es la misma: quien no haya estado extremadamente espabilado se ha perdido la parte buena de la subida. Y era difícil mantener el tono optimista a mediados de junio; el culebrón de la deuda pública europea se había convertido en la típica obsesión colectiva que acaba convirtiéndose en una profecía autocumplida. Y, a toro pasado, parecerá que un spread de 278 puntos básicos entre la deuda española a dos años y la alemana a este mismo plazo era, con el riesgo de tipo de interés anulado, una invitación al arbitraje.

Lo vivido en los últimos años, no obstante, invita a no llevar las campanas al vuelo; los mercados se pueden torcer con facilidad extrema. Pero la reflexión para el inversor no debe ir por ahí. Las conclusiones que cabe sacar apuntan a que esperar a que las tendencias se confirmen puede suponer dejar pasar el tren. El mercado, cada vez con más peso de los institucionales y, dentro de éstos, con cada vez más máquinas que invierten solas, no da mucho margen de maniobra.

En ambos sentidos. Posiblemente bastarían un puñado de datos económicos negativos de Estados Unidos para que romper la tendencia alcista actual. Dentro de la "nueva normalidad" a la que alude el gestor de Pimco Mohamed El-Erian probablemente estén estos repentinos episodios de volatilidad.

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