_
_
_
_

El "modelo" energético francés

La política energética francesa y, en particular, su generación eléctrica de origen nuclear (que cubre el 80% del consumo de electricidad), suele invocarse como ejemplo para el resto de Europa. El verano pasado, sin embargo, grandes apagones revelaron la fragilidad del modelo francés. Ahora, el último informe de la Agencia Internacional de la Energía advierte al Gobierno de Nicolas Sarkozy sobre la insostenibilidad de su sistema de tarifas reguladas y sobre la saturación que sufren los puntos de interconexión regional en gas y electricidad.

La revisión de la AIE actualiza la llevada a cabo en 2004. El organismo internacional valora positivamente las medidas aprobadas desde entonces por el Gobierno francés "para adaptar su política energética (...) a los desafíos energéticos globales y climáticos".

Pero la Agencia, a la que sus críticos acusan de actuar en favor de la energía nuclear, también reprocha a París su empeño en mantener artificialmente bajos los precios de la electricidad en el país. Ese sistema, según la AIE, "puede suponer una amenaza para la movilización de las substanciales inversiones que a medio plazo se necesitan para el mantenimiento y la prolongación de la vida de las centrales nucleares".

La Agencia incluso duda de que los recientes cambios anunciados por París, a raíz de las propuestas de la llamada Comisión Champsaur, "vayan a facilitar un desarrollo saludable de del sector eléctrico francés y de su industria nuclear". El informe de Paul Champsaur, antiguo presidente del organismo regulador de las telecomunicaciones francesas, abogó el año pasado por abolir la tarifa regulada de los clientes industriales y por permitir que todos los suministradores eléctricos presentes en Francia puedan acceder a la capacidad nuclear de EDF a un precio regulado.

El informe también alerta sobre la falta de adaptación del sistema eléctrico a los nuevos patrones de consumo, con picos de demanda cada vez más frecuentes que la baja disponibilidad de los reactores nucleares franceses deja sin atender, sobre todo, en algunas regiones.

Si a todo ello se une la trifulca empresarial entre Edf, antiguo monopolio eléctrico, y Areva, fabricante de reactores nucleares, cabe concluir que, por el momento, es mejor poner el modelo energético francés entre comillas, a pesar de sus elementos positivos.

Incluso Sarkozy parece compartir esa opinión y ha pedido a sus dos gigantes energéticos que se aclaren entre sí o transformará a Areva (la del inacabable reactor de Finlandia) en una mera filial de Edf (tal y como parece recomendar, por cierto, el informe encargado por Sarkozy sobre el futuro de la energía nuclear francesa y que el Elíseo ha decidido clasificar como secreto).

Salvo que el país se le quede a oscuras, el presidente francés tiene tiempo para poner orden en su mercado energético: el próximo informe de la AIE no es hasta dentro de cinco años.

Foto (con móvil, retocado el color): La pirámide del Louvre en París (B. dM. sept. 2009).

Archivado En

_
_