La Bolsa y las pymes tecnológicas
Hace unos meses organizábamos desde Asebio una jornada en la Bolsa sobre las posibilidades que el Mercado Alternativo Bursátil (MAB) abre para nuestras empresas biotecnológicas. Una de las preocupaciones manifestadas fue el coste que conlleva una salida al MAB. En medio, hemos sufrido días de pánico bursátil en la que los inversores mostraron su desconfianza hacia la economía española y su deuda pública. También vimos nacer el proyecto de Ley de Economía Sostenible y una serie de mecanismos y préstamos específicos de Enisa para que las pymes puedan afrontar los costes y salir al MAB.
Pero creo que, fruto de una apreciación errónea de los cuellos de botella reales, podemos estar desenfocando la facilitación de acceso a los mercados. Con un paro elevado y una economía átona en los próximos trimestres, el incremento de ingresos públicos parece lejano y la mejoría de las cuentas vendrá por la contención del gasto. Las medidas de recorte de la factura sanitaria ya van en esa lógica dirección. En este contexto, proponer exenciones fiscales parecería poco realista, y sin embargo quiero invitarles a reflexionar conmigo. Hace tiempo que hablamos de la necesidad de un cambio de modelo económico.
Casi 1,5 millones de parados vienen del frenazo del sector construcción e inmobiliario. Mucho de esos puestos no se recuperarán en una década, así que deberíamos pensar, mientras gestionamos este presente, qué nichos de empleo podemos crear que sean de más calidad y más acíclicos. Los empleos de alto contenido tecnológico, doctores, ingenieros etc., son esos empleos.
El sector biotecnológico español ha ido creciendo en los últimos años al amparo de una política pública generosa en incentivos y un buen conjunto de empresas están ya listas para competir con dimensión internacional, son nuestros campeones nacionales. Hace dos meses, en la feria BIO de Chicago, España tuvo la representación más numerosa. Pero mis reflexiones de hoy sirven también para otros sectores como las ingenierías, materiales, energías alternativas etc., que son nichos de crecimiento y empleo similares.
Nosotros tenemos problemas de financiación que no vienen del credit crunch. Hacen falta fondos de inversión especializados y el inversor de Bolsa sigue viendo con desconfianza estos sectores. Aquí muchos inversores han pasado de invertir en el sector inmobiliario a buscar ahora gangas inmobiliarias. ¿Por qué sigue ocurriendo después del batacazo inmobiliario? Sencillo: en empresas pequeñas con mayor percepción de riesgo, la promesa de una mejor rentabilidad es insuficiente: prefieren la confianza de un sector conocido o de una acción de Telefónica o de Santander.
Si añadimos que el MAB, como sus equivalentes europeos, son mercados con liquidez limitada, el tapón está servido. Resulta lógico que una mayor parte del ahorro vaya a inversiones muy líquidas. Pero con incentivos podemos cambiar el mix inversor y hacer atractivos estos sectores.
¿Cómo lo han hecho en otros países? En Quebec, Reino Unido o en Francia existen incentivos fiscales para sus mercados alternativos por los cuales el inversor puede, bajo ciertas reglas, desgravar una parte importante de su inversión, tener exención del impuesto de plusvalías e incluso, si hay pérdidas, compensarlas. Los beneficios para nuestra economía de financiar sectores de alta tecnología que pueden consolidarse no sólo como generadores de nichos de empleo estable y de calidad sino que eleven el nivel tecnológico de nuestras exportaciones compensarán la pequeña merma de ingresos fiscales de hoy.
Mecanismos para sufragar costes de entrada en el MAB, siendo positivos, no atacan de raíz el problema, que no es otro que carecemos de un pool de oferta inversora sostenida y firme para nuestras empresas. Para ello hay que mejorarle al inversor el trinomio riesgo-rentabilidad-liquidez.
Un cambio de modelo hacia una economía basada en el conocimiento no se hace en un plazo breve, nos llevará al menos una generación, pero este cambio sólo será posible con pasos decididos como éste. España tiene hoy la mejor generación científica, tecnológica y de gestores de su historia, sólo tenemos que dotarnos de instrumentos y trabajar todos duro en la misma dirección.
Carlos Buesa. Consejero delegado de Oryzon y vicepresidente de Asebio