Vivo se da una tregua, pero Telefónica y PT no entierran el hacha de guerra
La negativa de Telefónica a seguir negociando con Portugal Telecom la compra de Vivo abre una nueva etapa en la relación de ambas compañías, para las que el negocio en Brasil es crucial. Ahora se plantean dos opciones bien dispares: la disolución de la sociedad que comparten o la reanudación de las conversaciones, a un nivel mucho más confidencial y sin perder de vista el interés de los accionistas.
La madrugada del sábado fue intensa en conversaciones telefónicas, contactos, peticiones, dudas, recriminaciones y sospechas. El acuerdo estuvo al alcance de la mano, pero nunca fue total ni incondicional. Telefónica decidió no fiarse y cumplir su palabra, aunque pierde precisamente lo que quería y sigue deseando. Entiende que es una derrota temporal y que es lo que debía hacer, porque tenía incluso pruebas escritas del grado de compromiso de Portugal Telecom, algo que le hubiera ahorrado muchos quebraderos de cabeza en el pasado, pero que esta vez no consideró suficiente. "Las conversaciones con Telefónica han progresado de una manera constructiva y el consejo de administración de Portugal Telecom está decidido a usar sus mejores esfuerzos para llevarlas a término de una manera que satisfaga los intereses de todas las partes", informaba PT a Telefónica en un fax remitido todavía cuando el día 16 no había terminado. Para conseguirlo, la operadora portuguesa pedía una extensión "final" del plazo hasta el día 28.
Cuestión de credibilidad
Las horas siguientes a la recepción del fax fueron frenéticas. Con la madrugada del sábado ya avanzada y cuando el plazo de las 23.59, hora de Lisboa, para aceptar la propuesta de Telefónica ya había vencido, llegó la contestación de la española. Decidió ser inflexible. Dar más plazo hubiera importado poco, pero el tema era otro. Desconfianza y credibilidad. La primera, frente al aliado de trece años, con el que creyó haber llegado en el pasado a un punto de entendimiento en varias ocasiones que luego nunca se vio confirmado. Credibilidad para ella misma y para su presidente, César Alierta, que el mismo martes había sido firme en su declaración: "Esto se acaba el día 16", dijo.
El problema entre Telefónica y PT es que nunca han usado el mismo lenguaje. Prepotencia de Telefónica, dicen en Portugal, en una crítica que no logra comprender la ausencia de diálogo, las formas agresivas y el convencimiento de que todo se arregla con dinero. En Telefónica hablan de traición, de compromisos rotos por parte de PT. Otra vez el lenguaje, porque la portuguesa nunca creyó haberlos asumido.
Lo sucedido en la noche del viernes y la madrugada del sábado podría ser el final de la batalla. Pero no lo es. Telefónica lo sabe y Portugal Telecom también. La española, de hecho, ya dijo cuáles eran sus planes: acudir a los tribunales arbitrales de Holanda para pedir la disolución de Brasilcel, la sociedad conjunta que agrupa los intereses de las dos socias en Brasil. Varios analistas lo desaconsejan, puede tomar tiempo y nada garantiza que el resultado sea positivo para Telefónica.
Además, la idea de que las dos compañías se lancen a una guerra para comprar las participaciones de los accionistas minoritarios de Vivo para tener el control no es descartable y puede no terminar con final feliz, porque no es mucho lo que se puede adquirir y el precio es asequible para ambas.
La segunda vía es mantener la negociación en secreto, seguir trabajando para buscar un acuerdo en un grado mucho menor de agresividad. La estrategia de presentar el futuro de Vivo como una pelea a muerte entre dos operadoras y entre dos naciones ha dado los resultados conocidos y ha permitido al Gobierno portugués intervenir para vetar la aprobación mayoritaria de la junta a la venta de Vivo. Un acuerdo alcanzado sin ningún grado de conflictividad entre los consejos de Telefónica y de Portugal Telecom sería mucho más difícil de derribar. Eso sí, Vivo sigue siendo un activo vital para la operadora portuguesa, su única fuente de crecimiento en los resultados y el principal aporte a sus cuentas. No será fácil que renuncie a él. La Bolsa es el segundo punto de presión para PT. La oferta por Vivo ha mantenido disparado el valor en el mercado. El viernes ya cayó un 4,5% ante la perspectiva de que no hubiera entendimiento. Si los inversores se creen que se ha puesto el punto final, la caída será mayor.
Y hay un último factor que no escapa a PT. Puede que la portuguesa haya ganado la batalla, pero ya sabe cuánto importa Brasil a Telefónica. Puede que no sea hoy, pero o a Telefónica se le presenta otra ocasión de consolidar su posición en el país latinoamericano o Vivo seguirá siendo su objetivo. La guerra no ha terminado.
La disolución, una materia para tres sabios
El acuerdo de accionistas firmado hace diez años por Telefónica y PT no plantea una solución fácil ni mucho menos rápida para la disolución de su sociedad conjunta en Brasil, Brasilcel. En primer lugar, las socias se han comprometido por escrito a buscar la mediación de "tres sabios" antes de acudir al tribunal de arbitraje de Holanda.Cada compañía debe nombrar a uno y ellos tendrán que acordar un tercero. Sólo después de que demuestren la imposibilidad de llegar a un acuerdo se buscará la solución arbitral. El acuerdo de accionistas es confidencial en gran parte del contenido que se refiere a la liquidación, pero deja claro que no es tan fácil como dar la mitad de las acciones de Vivo a cada una. No se descarta una lucha de Portugal Telecom por recuperar lo que era suyo antes del acuerdo y es lo mejor: Telesp Celular, la operadora de móvil de Sao Paulo. También es posible que el reparto no sea en acciones, sino en propiedades.Las dificultades a la hora del reparto de bienes brasileños en la separación de Telefónica y Portugal Telecom puede convertirse por tanto en un elemento a favor de la reanudación de las conversaciones, al menos una vez que se enfríen los ánimos después de la negativa de la española a prorrogar el plazo para que la portuguesa tomara una decisión sobre la venta de su parte de Vivo. Algunos analistas advierten que la vía arbitral puede llevar tiempo y dejar un resultado incierto para Telefónica.
El tiempo en contra
PT decía estar muy cerca de aceptar una nueva propuesta de Telefónica con algunos cambios sobre el precio de la original y el compromiso de mantener un papel industrial en Brasil, no sólo financiero. Parecía que lo único que faltaba era un poco más de tiempo y eso era lo que pedía Portugal Telecom para convencer a su Gobierno.