El capital intelectual que administra una gran firma
La mitad de los socios de Uría Menéndez compagina práctica y docencia
A lo largo del año pasado, los abogados de Uría Menéndez trabajaron en un total de 231 producciones literarias científicas. De ellas, 5 tomaron forma de nuevos libros, 49 se publicaron como obra colectiva y 57 se plasmaron en artículos de revistas científicas. La revista que elabora el bufete -Actualidad Jurídica- publicó otros 42 artículos y recibió una media de 25.000 vistas para acceder a su contenido a través de la web. "En lo que va de año en las universidades españolas se han leído tres tesis doctorales de letrados de esta casa, tesis que son fruto de una labor de años y que suponen una gran dosis de sacrificio personal. Y lo cierto es que todos los años asistimos a la lectura de más de una", explica Juan Luis Iglesias, socio de la firma, catedrático de Derecho Mercantil y responsable de formación del bufete.
Esa intensa vinculación con lo académico es también uno de los factores que han llevado a Uría a figurar en los dos últimos años entre las diez empresas europeas más valoradas por su política de gestión del conocimiento e innovación en el estudio Make (Most Admired Knowledge Enterprises). "Uría Menéndez ha estado siempre muy cerca del mundo académico, especialmente de las universidades", se señala en el texto.
Abogacía y aulas
La importancia que la producción científica tiene en el bufete se deduce de un dato: el 36% de esos profesionales que publicaron en 2009 son socios. También lo son 45 de los 90 letrados que compaginan la docencia con el ejercicio profesional en el despacho. Ello supone que casi la mitad de los socios de Uría Menéndez -45 de 109- reparten su tiempo entre la abogacía y las aulas, seis de ellos como titulares de cátedras universitarias. ¿Se puede hablar de modelo Uría? "En el despacho valoramos la investigación y la docencia, es algo que está en nuestros orígenes y que seguimos manteniendo con mucha vitalidad. Lo hacemos porque estamos absolutamente convencidos de que enriquece y eleva la práctica del abogado". También beneficia su carrera en la firma. En la evaluación anual a que se someten todos los socios y abogados del despacho la producción científica y la docencia son contabilizadas como méritos. Es la marca de la casa.
Como advierte Juan Luis Iglesias, ello no quiere decir que exista un modelo de abogado docente y otro de abogado de negocio. "Incluso los docentes puros, como lo fui yo en mis orígenes, hacemos nuestro trabajo enfocado al cliente exactamente igual que los demás. Aquí los profesores compatibilizamos las clases con nuestra labor de abogados. No nos distinguimos unos de otros", concluye el socio responsable de formación.
Cuando el cliente da lecciones al abogado
Durante su primer año en la firma, los jóvenes abogados reciben alrededor de 139 horas lectivas dentro de un exhaustivo plan formación evaluable y que les obliga a dedicar al estudio casi la mitad de su jornada. "Seleccionamos a alumnos de alto nivel, es gente que viene con ganas de hacer carrera, tienen el incentivo de progresar y se esfuerzan para lograrlo", explica Juan Luis Iglesias.Ese modelo, que se extiende también a los siguientes tres años, aunque con una intensidad menor, se articula en torno a tres grandes bloques. El primero de ellos se compone de seminarios de "orientación eminentemente práctica, pero de contenido sustancialmente jurídico", señala Iglesias. El segundo se centra en sesiones de apoyo al ejercicio profesional, en las que se forma a los abogados en temas como metodología de la abogacía, deontología, trato a clientes o redacción de escritos jurídicos y contratos, entre otros aspectos. También se les ofrece el visionado de audiencias para que vean cómo funciona un juicio, se les imparte inglés jurídico y se les enseña argumentación jurídica. Entre las sesiones se incluye la charla de un cliente (un director de asesoría jurídica de una empresa) "que les explica lo que un cliente necesita de un abogado". De forma similar, un magistrado se encarga de explicar qué quiere un juez de un letrado, mientras que un notario ilustra a los abogados sobre el funcionamiento de una notaría. "Son seminarios muy vivos", señala Juan Luis Iglesias. El tercer bloque consiste en casos prácticos que los alumnos van realizando a lo largo del año. Dentro de toda esa labor de formación, dirigida por un tutor, figuran también dos reuniones con el cliente, a las que asisten acompañados por el abogado encargado del asunto.