"El cálculo hay que hacerlo sobre toda la vida del crédito"
Hacer las cuentas claras, pensando no en los próximos cinco años, sino en toda la vida de la hipoteca. Hay que valorar a sangre fría si la economía familiar es capaz de soportar o no la carga que supone una vivienda en propiedad. Ese es el consejo fundamental que hace para los consumidores Manuel Pardos, presidente de Adicae (Asociación de usuarios de bancos, cajas de ahorros y seguros).
¿Qué opina de las cláusulas de suelo hipotecario?
Ha sido una cláusula abusiva, introducida sin información al cliente. El Banco de España tampoco ha hecho nada por cambiar la situación y se ha limitado a contestar que es una cláusula pactada libremente. Está provocando un trastorno muy grave. Lo equilibrado sería un suelo del 2% y un techo del 6%.
¿Cuál es su recomendación para las personas que afrontan la adquisición de una vivienda?
Que antes que nada hay que hacer el cálculo sobre toda la vida del crédito. Es un error fijarse sólo en los cinco primeros años. Si se hace el cálculo sobre la vida entera de la hipoteca se asegura el bienestar. Y si no se puede adquirir una vivienda, no se puede. Hay que saber asumirlo. También, parte la culpa de lo que ocurre en España la tiene el absurdo mercado del alquiler que hemos tenido hasta ahora.
¿Cómo está el mercado hipotecario?
r.. El mercado hipotecario no se ha parado nunca. Pero lo que hemos notado es que la escasez de oferta por parte de la banca ha derivado en una subida desproporcionada respecto a los diferenciales sobre el Euríbor. Se está llegando incluso a primas del 1,75% y el 2%. Pero es cierto que para que gente que cumple ciertos requisitos se están encontrando condiciones mucho más aceptables.
¿Qué es lo que debe evitar en todo caso el consumidor?
El cliente debe evitar las condiciones vinculantes que sean abusivas. Por otra parte, la exigencia de avales es algo que no se debe aceptar en ningún caso: lo que responde del crédito es el bien y el prestatario. También hay que evitar productos tóxicos como el suelo, o los contratos de swap con cláusulas que varían el interés de fijo a variable y viceversa que son un producto de alto riesgo, y, por supuesto, nada de acudir a reunificadoras de créditos.