_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Solución, no problema

Los retos que España debe abordar de manera urgente para anticiparse a futuras crisis energéticas, que tendrán lugar en todo el mundo por problemas de suministro de combustibles fósiles y por los impactos derivados del cambio climático, son la alta dependencia energética, el incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero y nuestra mayor intensidad energética.

En las últimas décadas, se ha avanzado muy poco en la superación de estos retos y solamente a partir de la crisis económica se ha podido observar un descenso continuado de las emisiones y de las importaciones de combustibles fósiles, debido principalmente al descenso del consumo. Y es precisamente el descenso de la demanda energética el que está provocando tensiones en el sistema eléctrico y entre distintas tecnologías. El hecho de que en el primer cuatrimestre de 2010 el 40% de la generación eléctrica haya sido de origen renovable es revelador de que en España se está produciendo un cambio del modelo energético y, como ocurre en todo cambio, un reforzamiento de las barreras para impedirlo o ralentizarlo.

El rápido desarrollo de las renovables en España ha puesto de manifiesto errores que ahora generan enorme confusión y sirven de pantalla, incluso, para atacar el nuevo escenario que en todo el mundo representan las renovables. Entre esos errores cabe señalar la falta de una auténtica planificación energética, los continuos vaivenes regulatorios, la excesiva complacencia de la regulación con las fuentes convencionales, la ausencia de medidas eficaces de gestión de la demanda y de ahorro de energía e ignorar la verdadera importancia de la emisiones de CO2.

Todo ello ha conducido a que la percepción de la energía en la sociedad española sea la de un bien abundante, barato, inocuo y que podemos consumir sin límite alguno. No se vincula nuestro modelo energético con las catástrofes medioambientales como la que padece actualmente el golfo de México. Es urgente inculcar otra valoración de la energía en todos los ámbitos de la sociedad y la economía porque la actual es irracional e insostenible.

Pero además, este cambio tecnológico que representan las renovables supone una oportunidad inestimable para contribuir al cambio de especialización productiva que necesita la economía española. La política energética aprobada por el Consejo Europeo de marzo de 2007 representa para España el desarrollo de una diversificación productiva basada en el impulso de nuestra propia industria y tecnología renovable con una capacidad, ya demostrada, de innovación e internacionalización.

No es éste el diagnóstico que se está haciendo desde los responsables del Gobierno y desde buena parte del sector energético. Lo que se está trasladando es que las renovables son un sector subvencionado que solamente contribuye a aumentar los déficits de la economía y la pérdida de competitividad de la industria española. Mientras en todo el mundo se valoran y aceptan de manera positiva las externalidades de las renovables, aquí se desprecian con falsedades que no sólo constituyen un error de diagnóstico sino una incomprensión de la actual coyuntura que ignora los riesgos a futuro de un sistema contaminante y dependiente de los combustibles fósiles. Las renovables no son el problema sino la solución.

Una planificación energética integral que recoja los objetivos de la Unión Europea, una política de precios que internalice los costes reales de todas las fuentes, unas medidas eficaces de ahorro y eficiencia energética, la integración de las renovables en la edificación, el urbanismo y el transporte, son elementos que debieran conformar una diferente percepción social de la energía y una visión estratégica que mueva la voluntad política en la dirección del cambio de modelo energético que está en marcha y en su liderazgo.

La Fundación Energías Renovables que ahora inicia su andadura pretende ser un interlocutor con vocación de diálogo en el debate energético tan necesario hoy y un vehículo que traslade a la sociedad española esa nueva visión de la energía que, en el fondo, está más ligada a la ética que a la economía, al futuro que al presente, a la urgencia que a la complacencia.

Fundación energías renovables*

(*) Esta fundación, en proceso de constitución, está impulsada por Domingo Jiménez Beltrán, Javier García Breva, Fernando Ferrando, José Luis García Ortega, Sergio de Otto, Rosario de las Heras, Joaquín Nieto, Ladislao Martínez, Luis Crespo, Jaime Rábago y Pepa Mosquera.

Archivado En

_
_