Tiempos difíciles para las ideas
Hace unos días un reputado gestor me preguntaba que si tuviera que escoger una compañía cuál sería. æpermil;sa es la pregunta del millón. Nuestro mercado no es precisamente un vergel de ideas, pero por suerte aún ofrece algunas interesantes en un momento ciertamente desolador. Lo complicado es determinar si efectivamente una es mejor que otra y, sobre todo, que alguien las escuche.
El trabajo de los analistas en estos tiempos es frustrante, porque con los nervios a flor de piel es complicado pedir la paciencia que requiere entender una buena idea de inversión. Los modelos de valoración son subjetivos y la experiencia demuestra que son manipulables hasta límites insospechables. Es un obstáculo con el que tenemos que luchar los que pensamos que las ideas se generan a partir de unos parámetros diferentes a los de apretar el botón para tener una respuesta.
El mercado no tiene buenas o malas empresas, como no existen buenos o malos negocios ¿Alguien puede pensar sin exageraciones en un mal negocio? Las empresas se transforman en buenas ideas gracias a una acertada gestión y se convierten en objetivo de inversión cuando el mercado las valora por debajo de su potencial. Pero potencial no es un simple porcentaje, es entender por qué una compañía puede valer más de lo que se paga por ella. Es saber apartar los artificios contables y leer el valor. Es entender un modelo de negocio y apostar por sus bondades. Tristemente, el mercado vive una huida de inversores que hace difícil poder transmitir esas ideas, más aún cuando te falta la marca o el sello de la empresa que parece avalarte y que de entrada presupone como bueno lo que cuentas. Muchas veces una buena idea se vende sola por el logotipo impreso de la tarjeta de visita, no por quien la cuenta realmente. Pero eso es otra historia.
Alberto Roldán. Director de análisis de Inverseguros