Un discurso de hace décadas
El discurso de Barack Obama desde el Despacho Oval dejó fríos a los estadounidenses, y uno de los mejores y más influyentes cómicos de EE UU, Jon Stewart, fue el que mejor explicó el porqué. Entre otras cosas, el presidente dijo que la tragedia del golfo de México es una de las razones por las que el país necesita desarrollar energías limpias y reducir su dependencia de combustibles fósiles, cuya explotación es cada vez más arriesgada.
En un corto segmento de su programa de televisión, Stewart mostró imágenes de otros presidentes diciendo lo mismo.
Desde 1974, Nixon, Ford, Carter, los dos Bush, Ronald Reagan y Bill Clinton también quisieron ser pioneros de la alternativa al petróleo en un país que, como describió George W. Bush, es adicto a él y a otro combustible fósil, el carbón (del que tiene ingentes yacimientos). Los representantes de los estados ricos en carbón son los menos entusiasmados con el camino al futuro que se traza sin éxito desde hace tres décadas y media.
En resumen, las palabras de Obama no eran nuevas y además, para desesperación de los progresistas, obvió referirse a los límites a las emisiones, algo que da pie al escepticismo sobre los avances en este campo.
Lo que también va a sonar repetido es el fracaso. Más de dos meses después del accidente de BP se ha verificado que no hay acuerdo ni siquiera entre los demócratas para sacar adelante una nueva ley energética que incida sobre problemas medioambientales y tecnologías limpias. Si no hay consenso ahora, después de las elecciones de noviembre, cuando se espera que su mayoría quede más ajustada, va a ser difícil concretar nada.
Será una ocasión desaprovechada. Según Gallup, en mayo, y por primera vez desde hace un año, los estadounidenses han empezado a dar más prioridad al medio ambiente que a la producción de energía y un grupo de empresarios (GE, Xerox y Dupont, entre otros) e inversores como Bill Gates han ido a Washington a proponer que el Gobierno invierta tres veces más en investigación y desarrollo de energías limpias.
En EE UU el discurso del avance tecnológico en energía ya se ha oído, ahora hace falta que el eco de tantas décadas llegue al Congreso.