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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los test de solvencia y la confianza perdida

La transparencia parece obrar milagros. El anuncio de la publicación de los test de solvencia de la banca española, que verán la luz en julio, ha supuesto un revulsivo para los inversores, que han empezado a mirar hacia España con otros ojos. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero estaba empeñado en demostrar a sus socios comunitarios, y de paso a los mercados, que el sistema financiero español es solvente en su conjunto. Y como muestra de credibilidad lo desnudará ante los ojos de todo el mundo y, a diferencia de otras medidas como el recorte del gasto, lo hace por propia iniciativa y no presionado por Bruselas. Es más, la decisión de publicar los test de toda la banca europea ha sido una imposición española al resto de socios, incluida Alemania, reticente a mostrar las cuentas de su banca nacional.

Una señal de seriedad que fue bien recibida en el mercado bursátil -el Ibex subió el viernes un 2,2% y a punto estuvo de recuperar los 10.000, muy por encima del resto de Bolsas europeas- y también por el secundario de deuda -el diferencial de la rentabilidad del bono español a diez años descendió a 185 puntos básicos respecto al alemán-. Ciertamente, los mercados suelen comportarse como veletas que se dejan llevar compulsivamente, sin demasiados argumentos de fondo. Pero es indudable que esta semana ha sido especialmente positiva para la imagen de España, que ha conseguido recuperar algo de la confianza perdida durante estas duras semanas de tormenta financiera que ha arrasado Europa y descargado con especial virulencia sobre los países del sur.

Y es que ese castigo financiero a todo lo que suene a español ha sido exagerado, pese a que las incertidumbres sobre el comportamiento de la economía nacional, según los expertos, aún son de calado. CincoDías ha recabado la opinión de una quincena de expertos sobre la situación económica y bursátil. Lejos del optimismo, ya que consideran que los próximos trimestres la actividad continuará plana, coinciden en que lo peor de la crisis ha pasado, pese a que no descartan una recaída en el tercer trimestre por la subida del IVA y el fin de las ayudas a la compra del automóvil.

Así pues, algo de confianza en el horizonte. Una confianza en España que la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) se han empeñado en recalcar. La visita a Madrid del director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, se esperaba con expectación el viernes, pero lejos de imponer recetas y escrutar la economía española -como sucedió con su viaje a Atenas-, el alto funcionario se deshizo en elogios y alabó la valentía de las reformas impuestas en España. Mimético mensaje al lanzado el jueves por los socios comunitarios en la cumbre de fin de la presidencia española de la UE. Aunque tarde, el Gobierno español ha hecho los deberes y ha presentado la reforma laboral y la reestructuración del sistema financiero, lo cual le ha servido para ganarse estos apoyos.

Con todo ello, el Ejecutivo español ha mejorado algo su déficit de credibilidad, pero aún está lejos de obtener el aprobado. El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, alertó esta misma semana de este riesgo y sería imperdonable que el Gobierno cayese en la autocomplacencia por los éxitos de los últimos días. La reforma laboral está lejos de ser la que necesita el sistema productivo español y el sistema financiero tiene que terminar de completarse. Deberá seguir avanzando en ambos, y cualquier retraso o marcha atrás sería imperdonable, por lo que debe manejar los tiempos perfectamente en uno y otro asunto.

Como también debe afrontar otras reformas, caso de la de la Seguridad Social. El viernes, José Luis Rodríguez Zapatero declaró que esta modificación no es urgente. Y quizá no lo sea para la salud del sistema de pensiones, pero sí de cara a los mercados y a los socios comunitarios. Como también son imprescindibles otras muchas reformas en ámbitos como la educación, la industria, el fiscal y presupuestario (muchos gastos estructurales deben ser corregidos o eliminados), el sistema energético y un largo etcétera. Sólo cuando el Gobierno los aborde con seriedad y profundidad recuperará del todo una confianza imprescindible para salir de la crisis.

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