Ir al contenido
_
_
_
_
El mercado secundario

El elevado precio de caer en desgracia ante el mercado

España paga hasta un 157% más que hace un año para colocar su deuda

El rápido endeudamiento del Gobierno, la falta de pulso de la actividad económica y la persistencia de un paro que duplica al promedio de la UE han alimentado las especulaciones sobre una hipotética incapacidad de España para hacer frente a sus obligaciones crediticias. Eso es lo que ha hecho que la prima de riesgo (el diferencial que se exige a los bonos españoles sobre los alemanes, que son considerados como los más seguros) haya pasado de 57 a 220 puntos en los títulos con vencimiento a 10 años, que constituyen la referencia de los inversores. Todo esto ocurre en lo que se llama mercado secundario, donde inversores y compradores negocian entre sí. Es decir, no tiene un efecto inmediato en las subastas de emisión de deuda que hace el Estado, que tienen lugar en lo que se conoce como mercado primario. Pero al final la repercusión es irremediable.

"El mercado secundario es el primer lugar donde se detectan los problemas y sirve de referencia a la hora de las subastas. El Tesoro no sólo tiene que acomodar el tipo de interés de los títulos a lo que ya se está demandando en el mercado, sino que además debe ofrecer un plus para hacer más atractiva su deuda", dice Miguel Ángel Bernal, coordinador de renta fija del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). Y en efecto, eso es lo que ha ocurrido. España tiene que pagar ahora entre un 20% y un 157% más que el año pasado por colocar su deuda. Esta oscilación en el sobrecoste depende de los plazos de vencimiento de los títulos.

El Tesoro subasta bonos con vigencias que van de tres meses a 30 años. Donde mayor incremento se ha producido es en la deuda que tiene unos vencimientos más cortos, que es donde más subastas se hacen. En lo que va de año y, expensas de lo que ocurra en la subasta de 10 y 30 años de hoy, el nominal asciende a 88.200 millones de euros, de los que más de la mitad tiene entre tres y 18 meses.

Los cambios más bruscos se han producido para los títulos con vidas de seis y 12 meses. En la última puja a seis meses de 2009, el interés marginal, que es el máximo que está dispuesto a pagar el Tesoro para colocar su deuda, se situó en el 0,53%; pues bien, en la de mayo alcanzó el 1,32%. Se trata de un aumento del 150%. En el caso de los 12 meses, el viraje ha sido aún mayor: del 0,95% al 2,45%; la colocación ha costado un 157% más. Lo llamativo es que todo se ha precipitado en la última subasta, que tuvo lugar este martes pasado. Hasta entonces, el tipo de interés medio y marginal habían permanecido relativamente estables.

Todos estos cambios responden sobre todo un juego de especulación. De hecho, ninguna firma de análisis seria considera que España como país pueda incurrir en una suspensión de pagos en un futuro previsible. Por otra parte, el hecho de que España sea la cuarta economía de la zona euro y de que la exposición de las entidades financieras europeas a activos de deuda españoles supere los 600.000 millones, hace improbable que se permita un colapso de la deuda. Sin embargo, el martilleo constante de noticias negativas, la falta de consenso político y social para abordar las reformas precisas y una pléyade de rumores más o menos fundados han dejado tocada la credibilidad de los activos españoles.

El efecto 'crowding out'

Esto genera una espiral muy peligrosa. La desconfianza fuerza a incrementar la partida de gasto público destinada a pagar intereses, lo que provoca un deterioro aún mayor de las cuentas y, por ende, más desconfianza todavía. El resultado es que el Estado se ve obligado a incrementar su endeudamiento para hacer frente a sus obligaciones y pone en dificultades la capacidad de financiación del sector privado. "Se genera un efecto crowding out", confirma Miguel Ángel Bernal. "Las empresas se encuentran con que tienen más dificultades para vender su deuda, les cuesta mucho más, porque hay competidor muy fuerte, el Estado".

Un inversor, o bien opta por la deuda estatal, que ofrece más garantías de solvencia, o bien exige una rentabilidad mucho mayor al emisor privado. Algo similar ocurre a escala europea: o se elige a Alemania, más sólida, o a España se le pide más, mucho más.

La cifra

23.200 son los millones de euros previstos inicialmente para el pago de los intereses de la deuda pública. Es previsible que la partida final sea muy superior.

Archivado En

_
_