El pez pequeño no crece si no se come al grande
Grifols compra Talecris y se desploma en Bolsa. El mercado no da la bienvenida a la operación que cambia el rumbo de la farmacéutica española. Los compradores nunca son aceptados, son los que asumen el riesgo, mientras que los vendedores suben. Aun así, no son días de grandes dispendios y para los mercados actuales, frágiles y volátiles, la incertidumbre es una mala noticia.
El riesgo no es baladí. Al fin y al cabo, Talecris es más grande que Grifols, facturó 1.102 millones de euros frente a los 913,2 millones de la española el año pasado (al tipo de cambio de cierre de 2009). Grifols pagará por su rival unos 2.800 millones de euros, mucho más de lo que vale él mismo en Bolsa. Después del desplome de ayer, su capitalización bursátil se colocaba apenas por encima de los 1.800 millones. Así, asume una deuda de más de 3.700 millones de euros con un ratio de endeudamiento sobre el Ebitda alto (de cinco veces mayor, frente a una tasa de tres veces, que es la media del Ibex 35). Los 26 dólares por acción que se han pagado por Talecris suponen una prima a cotización del viernes de más del 60%. "Es un precio excesivo, una compra cara", afirma algún analista. Sin embargo, desde otro punto de vista, es su única estrategia de futuro.
Por un lado, Grifols se dedica a un negocio específico, la fabricación de hemoderivados, es decir, productos derivados de plasma sanguíneo. Tiene una división de diagnóstico y una división hospitalaria que no representan ni el 30% de su facturación. Sólo cuatro empresas superaban a la española en este segmento: la estadounidense Baxter, la australiana CSL, Talecris y la suiza Octapharma. Por debajo de Grifols, sólo Biotest tiene una presencia relevante, con una facturación de 612 millones de dólares frente a los 5.573 millones de dólares de Baxter, el primer jugador. A partir de este escalón, el mercado se atomiza. "Esta compra es la única manera de asegurarse una posición entre los tres primeros", afirma un analista. Y añade: "Grifols ya no podría abarcar a otro competidor más grande, por tamaño, por dificultades de financiación y por problemas de competencia. Uno más pequeño supondría un esfuerzo económico que no se correspondería con el impacto en cuota de mercado", afirma.
Grifols opta por reforzarse en su propio mercado
Además, con esta compra, Grifols logrará que la mitad de sus ventas provengan de EE UU, el mayor mercado en el que hasta ahora sólo tenía un 8% de cuota y multiplicará sus posibilidades de obtener materia prima y de producción industrial ampliando su red de centros. Al mismo tiempo, sumará un amplia cartera de productos biotecnológicos, "muy complementarios con su propia producción", de modo que incrementará su integración vertical.
Hay que ser muy valiente o estar muy seguro del negocio para hacer una operación como ésta con el panorama económico actual. Pero Grifols no ha hecho más que emular a sus rivales más grandes, que llevan décadas creciendo a fuerza de talonario y de grandes fusiones. Operaciones como la compra de Wyeth por Pfizer o la de Merck a Serono o la de Schering por Bayer, en los últimos tres años, refuerzan la tesis entre las farmacéuticas de que "cuanto más grande, mejor".
La industria farmacéutica atraviesa desde hace tiempo su propia crisis: la caducidad de las patentes y la falta de reemplazo para estos productos entre las investigaciones nuevas. Además, en España se han aprobado dos medidas en los últimos dos meses que suponen reducir los precios de los fármacos en casi 3.000 millones, lo que impactará más a las farmacéuticas españolas con productos a punto de perder la patente. Grifols no es la empresa con más papeletas de debilitarse en ninguno de los dos casos, no tiene productos a punto de caducar, pero ha decidido hacerle frente al vaivén del sector. Su fórmula consiste en especializarse con fármacos que requieren mucha innovación y hacerse más grande, diversificando sus mercados. España deja de representar el 25% de su negocio y gana en EE UU y Canadá. Ahora es un pez muy difícil de comer.