Música para todos, beneficios para pocos
Ni el top manta, ni la descarga de canciones de internet, ni tampoco Operación Triunfo. La mayor responsabilidad del declive en las pequeñas compañías de música, aquellas que dan a conocer a jóvenes artistas, recae en el propio público. Al cada vez más escaso interés de los que en su día fueron consumidores de nuevas propuestas musicales se suma, además, el bloqueo que realizan las cuatro grandes discográficas multinacionales, que dominan el mercado con productos comerciales y se reparten los beneficios.
Hace algunos años existió un tipo de consumidor que sustentaba el trabajo de artistas noveles mediante la compra de su disco o la entrada de un concierto, y que hizo que proliferaran los sellos independientes. Pero eso ha pasado a la historia. Internet, las redes sociales y otras plataformas como MySpace, están provocando que tener una pequeña discográfica ya no sea un negocio rentable. De un tiempo a esta parte, "el desánimo del público está ahogando a las pymes de la música", tal y como lo cuenta Florian Von Hoyer, empresario y propietario de la compañía Galileo MC.
Recientemente, la UE ha partido una lanza a favor de todas las pymes relacionadas con la cultura y las ha definido como "el motor necesario para el desarrollo económico de Europa". Por ello se ha presentado el Libro verde de las industrias culturales, un texto por el cual arranca un proceso importante que se espera "aporte resultados concretos para las miles de compañías de música independiente y otras pymes de la cultura". Así lo cree la Unión Fonográfica Independiente (UFI), asociación que agrupa a pequeños empresarios de la música.
Desde hace 10 años la situación se torna complicada. En nuestro país se estima que existen cerca de 300 compañías de música no comercial, en su mayoría, encargadas de la promoción e impulso de nuevos artistas, ya que "aquello de producir discos es cada vez más difícil dada la situación en la que nos encontramos. El artista busca sus propias fuentes de financiación", explica Von Hoyer. Para ello se exige que los músicos acudan a las compañías "con un pan debajo del brazo", ya sea con un fuerte respaldo económico o, como señala el director, "con pocas perspectivas de ganar dinero".
Estas 300 pymes producen el 80% de la música que se comercializa anualmente en España, el otro 20% corresponde a aquellos discos creados por los grandes sellos internacionales. Sin embargo, la música promovida desde las pequeñas empresas representa sólo el 22% de la facturación global; el resto, como es obvio, se lo llevan las multinacionales. En 2009 los artistas ingresaron en nuestro país más de 20 millones de euros derivados de las ventas de CD y DVD, un 30,5% menos que en 2008. Sin embargo, los ingresos provenientes del llamado "canon digital" aportaron a la Sociedad General de Autores un 76% más de beneficio que en el periodo anterior.
Y para colmo de males, desde UFI reprochan la actitud del Gobierno, que, aseguran, "siempre ha tratado a este tipo de música como una expresión cultural menor", y añaden: "Se enfoca mucho más al cine y es allí donde dedica su atención y las ayudas", tal y como cuenta Mark Kitcatt, presidente de la asociación.
Sin crédito
Según el presidente de UFI, una de las principales trabas de las pymes musicales reside también en la dificultad que se encuentran estos empresarios a la hora de acceder a cualquier tipo de financiación: "Desde hace cuatro años el acceso a créditos es impensable para un productor de música", y el problema se agrava en algunas comunidades como Madrid.
El Impala, organismo europeo con base en Bruselas que agrupa a más de 2.500 sellos discográficos, ha realizado un gran esfuerzo por incluir en el mencionado Libro verde de las industrias culturales una serie de puntos que beneficien a las pymes musicales. Desde la agrupación se apuesta directamente por otorgar a estas pequeñas empresas la fuerza suficiente para que accedan al mercado de la misma forma que la música comercial. Además, comenta Kitcatt, "es necesario que las compañías con menos poder podamos participar en el nuevo mercado digital".
Pero "a grandes males, grandes remedios", y para ello las soluciones son variadas. Desde UFI, enfocados principalmente en otorgar el apoyo necesario, intentan poner en marcha microempresas dedicadas a la difusión de la "otra" cultura musical: "Ya sean tiendas de música donde vender nuestros discos, que ahí también hay carencias, o radios donde difundirlos", explica el presidente.
Asegura Kitcatt que la principal solución pasa por la ayuda entre los propios empresarios, así como la promoción por parte de los ayuntamientos de las salas de concierto. En la Unión Fonográfica Independiente proclaman a los cuatro vientos que "este tipo de música es vital". "No hay manera de que la cultura asturiana, catalana, vasca o madrileña se conozca sin el trabajo de las empresas que estamos a pie de calle y somos partícipes en dichos conocimientos", subraya el presidente de la asociación.
Las pymes productoras deben funcionar como primer eslabón de una cadena, donde el fin siempre es la gran empresa que se "aprovecha" del producto descubierto por estas pymes. "Así ha sido siempre, pero ya hace tiempo que ni siquiera eso", concluye Von Hoyer.
La cifra
80% del total de la música es editada por las pequeñas discográficas en España. El otro 20% corresponde a los grandes sellos.
Las 'hermanas pequeñas' de la cultura
El Libro verde de las industrias culturales recoge también la situación en la que se encuentran otro tipo de pymes relacionadas con las artes.En él se desglosa un importante dato, y es que este conjunto de empresas -editoras de libros o artísticas, por ejemplo- aportan el 2,6% del PIB en Europa. Además, generan más de cinco millones de empleos y presentan un crecimiento mucho más rápido que el resto de sectores económicos. Por ello, no es de extrañar que la Unión Europea se muestre tan entusiasta a la hora de fomentar este sector.Otra de las medidas puestas en marcha en este contexto ha sido la creación de un comité de sabios encargados de asesorar para la correcta digitalización de la cultura europea. Estos expertos propondrán las líneas a seguir para dar el paso a la "cultura digital" sin dañar la protección a los derechos de creación.
Ideas frescas para salir a flote y darse a conocer fuera
¿Cómo salir airoso de esta situación? Esta es la pregunta que se hacen muchos empresarios musicales en su día a día. "Muchos de nosotros hemos optado por hipotecar nuestras casas para poder seguir pagando el sueldo a los empleados", explica Florian Von Hoyer, propietario de la discográfica Galileo MC. Para otros productores la solución pasa por tomar "medidas drásticas" desde el Gobierno. Acciones que terminen de una vez con el monopolio de las grandes compañías. Lo cierto es que el concepto de discográfica se ha reinventado: ahora trabajan más en la promoción y asesoramiento de nuevos artistas que en su financiación.No todo son malas palabras; "le debemos mucho a otras grandes empresas", comenta Von Hoyer, y añade: "Gracias a El Corte Inglés o Fnac aún tenemos un rincón donde vender la música que producimos", y eso, con la sombra del cierre de comercios que se vive en este ámbito, se ve "casi como una subvención".El ingenio no puede faltar en un momento así: la creación de plataformas en internet que fomenten el consumo de música independiente, pero no su descarga ilegal, es la mejor jugada para esta industria.De la mano del Icex se celebra cada año una misión a diferentes países llamada Sounds from Spain. Una iniciativa cuyo objetivo es dar a conocer la música española en otros lugares y recibir las buenas estrategias que se desarrollan en ellos. Esta iniciativa recorre, además, los principales eventos musicales del mundo.