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Tribuna
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Apoyo laboral al colectivo de extranjeros

Hace unos días asistí a la Cumbre UE-América Latina y Caribe, organizada en Madrid por la presidencia española y la CEOE. Estando allí me sorprendió que algunos líderes iberoamericanos se limitaran a pedir al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero solidaridad con sus conciudadanos, que en su momento vinieron a España buscando un futuro laboral a través de un trabajo decente. Y me sorprendió, porque al analizar los datos se observa que los trabajadores extranjeros no procedentes de la Unión Europea han sido los más afectados en España por la crisis. A esto sumamos el hecho de que, por primera vez en la serie histórica, desciende la población extranjera en nuestro país y ya no representamos una opción atractiva para la búsqueda de empleo.

España no puede conformarse con ofrecer únicamente solidaridad a los trabajadores. Deberíamos abandonar la filosofía de las eternas subvenciones para transformarlas en herramientas eficientes y capaces de dotar a los desempleados de los instrumentos necesarios para encontrar un puesto de trabajo.

Las ayudas del Ejecutivo a este colectivo no deberían basarse exclusivamente en el retraso del pago de las hipotecas y el Plan de Retorno Voluntario para emprender una actividad en su país. Lo aconsejable sería dotarles de la formación adecuada para aumentar su empleabilidad, favorecer su reciclaje profesional y adaptarse a las demandas de las empresas.

No es socialmente responsable que el fuerte aumento de entrada de inmigrantes en nuestro país experimentado a finales de los noventa, que contribuyó a la expansión del mercado laboral y al crecimiento económico, sea ahora olvidado. Debemos responder creando los mecanismos necesarios para su pronta reinserción en el mercado laboral.

Desde que empezó la crisis, el colectivo de los extranjeros extracomunitarios ha sufrido la mayor destrucción de empleo, con la pérdida de 303.000 puestos de trabajo, mientras que los comunitarios han perdido 3.500 empleos y son los que mejor resisten los embates de la crisis económica. Y si la situación de un desempleado español es dramática, la de un parado extranjero extracomunitario es más difícil de sobrellevar, ya que no cuentan con las redes emocionales de las que nosotros disponemos.

Es fundamental fomentar la actividad laboral a través de los mecanismos públicos y privados que ofrecen garantías y libre acceso a todos los ciudadanos. El matching entre oferta y demanda de empleo ya no se produce de forma automática.

Por eso todos los países de la UE, excepto Grecia, Luxemburgo y Noruega, facilitan la implantación sin restricciones de agencias privadas de empleo que, gratuitamente, atienden de forma personalizada a los desempleados y les aportan la formación específica ligada a un puesto de trabajo. Mientras el Gobierno no favorezca este hecho, los servicios públicos de empleo seguirán saturados y no podrán atender adecuadamente a las necesidades de nuestros parados.

Francisco Aranda. Presidente de Agett

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