Telefónica tiene dos ases en la manga, Latinoamérica y Bravo
La operadora compensa la crisis en Europa con su negocio al otro lado del Atlántico, mientras lanza un plan de transformación global a tres años.
El presente y el futuro más inmediato de Telefónica tienen un nombre: Latinoamérica. Y eso es una clara muestra de lo rápido que cambian los escenarios. Hace apenas unos años el principal deseo de la operadora española pasaba por crecer en Europa y compensar en su estructura el riesgo procedente del otro lado del Atlántico, una región supuestamente amenazada de forma constante por todo tipo de fatalidades.
Al final, la llamada Gran Recesión se ha ensañado con los centros financieros mundiales y ha afectado a las cuentas de Telefónica en su mercado de origen, España, y en sus nuevas posesiones europeas, sobre todo por la debilidad de la libra esterlina.
Latinoamérica se ha convertido en el verdadero sustento de Telefónica en este escenario. La operadora consiguió limitar al 2,1% la caída de sus ingresos en 2009 gracias al crecimiento que mantuvo su filial transoceánica y logró elevar un 2,4% el beneficio por el esfuerzo de rentabilidad que se ha hecho en muchos de esos países.
En el futuro más inmediato, Latinoamérica sigue pesando en todas las quinielas de los analistas como gran contrapeso para las zozobras europeas. Y Telefónica no quiere perderse ni un ápice de ese potencial. De ahí el arriesgado movimiento que inició el pasado 6 de mayo, cuando presentó a Portugal Telecom una oferta de 5.700 millones de euros para comprar la parte de la portuguesa en la operadora brasileña Vivo. Brasil es el principal país de Latinoamérica para Telefónica y justo en él la operadora española se encuentra limitada. Es dueña de Telesp, la compañía de telefonía fija y banda ancha de São Paulo, pero sólo posee la mitad de Vivo, la empresa de móvil. Esta estructura impide a Telefónica hacer como en otros países y fusionar sus dos filiales, para extraer sinergias y potenciar el crecimiento, así que hace poco menos de un mes que se plantó y desató la guerra por Vivo.
Pero a Telefónica no le basta sólo con explotar al máximo Latinoamérica y vivir del presente. La compañía está segura de que el próximo paso es un cambio de modelo a escala mundial. Ya no se trata sólo de ver qué negocios o países pueden comportarse mejor en las actividades tradicionales, sino de modificar la mentalidad y pensar que a medio plazo hay que dar el salto desde el modelo de simple gestor de redes a participante activo de todas las iniciativas de valor añadido que se pueden hacer gracias a ellas.
Telefónica ha puesto nombre a este cambio de modelo. Se llama Bravo y es un programa a tres años para convertir la compañía "en la mejor empresa de comunicaciones del mundo digital", según la operadora. No está muy claro qué criterios regirán el podio de esta competición, pero la idea que subyace es que hay un mundo de servicios que son ajenos en su origen a las telecomunicaciones, pero que en el mundo digital al que se dirige la humanidad llegarán a las personas a través de las redes y la tecnología. Puesto que Telefónica es dueña de muchas redes y mucha tecnología, es el intermediario perfecto para conectar al ideólogo de cualquier aplicación novedosa o útil con millones de clientes potenciales en todo el mundo. æpermil;se será su nuevo papel.
Datos clave
Promesa. El principal objetivo financiero de Telefónica es cumplir la previsión de beneficio por acción de 2,1 euros este año, que algunos analistas ponen en duda.