Los efectos indeseados de la nueva tasa de basuras
El hábito de separar los residuos en los hogares no acaba de arraigar
El Ayuntamiento de Madrid recuperó en 2009 la tasa de basuras, desaparecida desde 1986 y que ya se imputaba a los propietarios de viviendas. Tras más de medio año de andadura, la medida ha levantado ampollas entre los contribuyentes del gobierno municipal de Alberto Ruiz-Gallardón, que la consideran un mero medio de recaudación fiscal.
La nueva tasa, que supone una media de 60 euros anuales a los hogares, diferencia los tramos de pago según el tamaño de la vivienda. Pero no tiene en cuenta el tipo de basura que se produce ni su cantidad, es decir, penaliza a todos los contribuyentes sin diferenciar su comportamiento.
El objetivo de la medida es, según el ayuntamiento, mejorar la separación que hacen los hogares de los residuos en origen y fomentar el buen uso del cubo gris, donde aún se suelen mezclar todo tipo de residuos, sin diferenciar envases de elementos orgánicos, de cartón o de vidrio.
La medida se rige por el tamaño de la vivienda y elude el tipo de residuos
A las quejas de los contribuyentes por la confusión en los plazos de pago del nuevo impuesto se suma el escepticismo sobre la eficacia de una ecotasa para mejorar la gestión de residuos desde los hogares.
"Este tipo de medidas no recogen bien el coste del servicio público y los recursos que recaudan no se distribuyen de forma adecuada entre la población", estima Xavier Labandeira, catedrático de Economía aplicada de la Universidad de Vigo y miembro del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC).
"Una tasa con una cantidad fija tiene un resultado nulo, sólo sirve para recaudar, pero no modifica los hábitos", añade este experto.
Labandeira aboga por la creación de un impuesto regulatorio, que sea capaz de generar incentivos para responder al problema ambiental que representan los residuos de origen orgánico. Una mejor opción podría ser la creación de un impuesto sobre la compra de las bolsas de basura, orientado a que el servicio de tratamiento de residuos sólo recoja aquellos restos dentro de las bolsas indicadas. En este caso, existiría un incentivo para diferenciar los residuos en origen y reciclar más y mejor.
Para algunos expertos, el futuro de la recaudación de impuestos de las autonomías pasará en gran parte por la basura, al ser un problema local.
Por ahora, las comunidades autónomas regulan impuestos que trascienden su territorio, como es el caso de Galicia y el impuesto sobre contaminación atmosférica, que en muchos casos ni siquiera se produce en su territorio.
Nueve selecciones de desechos
El 92% de los madrileños dice separar envases en el contenedor amarillo. Es el resultado de la encuesta anual de Ecoembes, la sociedad de reciclaje de envases sin ánimo de lucro.El informe sobre separación y reciclaje de residuos de 2009 de este organismo arroja, según las encuestas realizadas, que "la sociedad madrileña cada vez está más concienciada sobre la recuperación y el reciclaje de envases y cometen menos errores a la hora de separar basura en su domicilio".Entre las razones que empujan a la población de Madrid a depositar los envases en el contenedor amarilla, el 67% responde que lo hace "para cuidar el medio ambiente"; el 26% para "facilitar el reciclaje posterior de los residuos" y un 13% porque "separar es un deber ciudadano".El 39% de aquellos que no reciclan argumentan que no disponen de espacio, el 17%, que no tiene costumbre de hacerlo y el 13% de los encuestados reconoce que "nunca se lo ha planteado".Los entrevistados afirman que el reciclaje en el domicilio ya es un hábito cotidiano.El 60% de los madrileños dice realizar entre seis y nueve separaciones de residuos en sus domicilios, entre envases ligeros, cartón y papel (envase azul), vidrio (envase verde), pilas, aparatos electrónicos, ropa y medicamentos.
La fecha
1986 fue el año en que se suprimió la tasa de basuras en Madrid. El ayuntamiento la ha recuperado en 2009.