Redtel urge al reparto del espectro de móvil para alentar la inversión
La patronal de las grandes operadoras pide al Gobierno menos trabas e impuestos.
El sector de telecomunicaciones no necesita un plan de salvamento, ni tampoco quiere inyecciones financieras ni un trato especial. A diferencia de otras industrias, no sólo no ha contribuido a ampliar la crisis, sino que puede ayudar a salir de ella. Pero no en las actuales circunstancias ni con el trato presente que le da el Gobierno y el resto de las administraciones autonómicas y locales. Miguel Canalejo, presidente de Redtel, la patronal que agrupa a las grandes operadoras de telecomunicaciones, lanzó ayer un duro mensaje al Gobierno. "Podemos contribuir a la salida de la crisis y hacer realidad el ansiado cambio del modelo productivo. Pero necesitamos colaboración, sintonía, apoyo, tanto para derribar obstáculos, como para estimular la inversión", señaló ayer durante su intervención en el Foro CincoDías, patrocinado por Ono, Orange, Telefónica y Vodafone, las cuatro compañías que forman Redtel.
En juego están inversiones que pueden ir de 60.000 millones a 80.000 millones de euros, que son las que se calcula que se necesitarán para desarrollar las redes de nueva generación en telefonía fija y móvil. "Baste decir comparativamente que las inversiones previstas por el Gobierno para autovías y transporte por ferrocarril en el periodo 2005 a 2020 alcanzan la cifra de 30.000 millones de euros para darnos idea del reto al que nos enfrentamos", puntualizó Canalejo, ante un auditorio compuesto por los principales representantes de las instituciones y empresas del sector.
Las operadoras están dispuestas a invertir esta cantidad, con el consiguiente efecto en la economía del país por la generación de empleo directo e indirecto que el despliegue de redes conlleva y el aumento de la productividad que general cualquier inversión en sociedad de la información. Pero a cambio piden al Gobierno que ayude en lo que está en su mano y que limite las trabas al sector.
Y una ayuda importante sería que el Gobierno decidiera cuanto antes el reparto del espectro de móvil, que lleva dos años pendiente. "La reordenación del espectro es crítica", aseguró Canalejo, "porque sin materia prima los operadores móviles no serán capaces de ampliar a tiempo la capacidad de sus redes para atender la nueva demanda de tráfico. Corremos el riesgo de saturar las redes actuales empeorando la calidad de servicio que hoy se presta a los clientes".
Esta decisión iría en favor de la economía general, puesto que permitirá alentar las inversiones en un momento vital para España. "El sector no tiene visibilidad a medio plazo de cuánto, cuándo, y a qué coste se distribuirán las frecuencias radioeléctricas. Esto no permite planificar ni mucho menos adelantar inversiones. Necesitamos urgentemente conocer el marco en el que se van a desenvolver estas inversiones", explicó el presidente de Redtel.
Respuesta a nuevas necesidades
No sólo los desembolsos están pendientes del espectro, sino que las frecuencias son vitales para el desarrollo de la banda ancha móvil y para satisfacer las nuevas demandas de los usuarios. "El volumen de tráfico generado por un usuario típico de iPhone supone entre cuatro y 11 veces el de un usuario tradicional de móviles. Media hora de descarga de vídeo consume más ancho de banda que recibir doscientos correos diarios durante un año", señaló el ejecutivo. "Esta diferencia crecerá aún más en el futuro, con la creciente popularidad de los smartphones, que superarán en 2011 en ventas mundiales a los PC, con más de 500 millones de unidades previstas en 2012", añadió. La banda ancha fija también tiene su propio reto. Las actuales tecnologías y redes permiten velocidades de navegación de 30 o 50 megas, pero las necesidades del futuro requerirán capacidades de más de 100 megas en el hogar. Y para ello se exigen redes de fibra óptica, que implican volver a cablear España desde cero.
Todos estos desarrollos requieren inversiones multimillonarias. Las operadoras no dudarán en afrontarlas, pero sobre determinados presupuestos que animen a las compañías, porque las redes actuales permiten dar respuesta a bastantes demandas actuales con unos costes de mantenimiento mucho más bajos que un despliegue completamente nuevo.
Para impulsar las inversiones, el máximo directivo de Redtel pidió la retirada de tres obstáculos fundamentales. El primero es la "sangría de la fiscalidad". El sector soporta anualmente más de 600 millones en impuestos específicos "y subiendo", afirmó Canalejo. Otra barrera la conforman determinadas iniciativas como la inclusión de la banda ancha a un mega entre las obligaciones del servicio universal, que aumentaría la carga de las telecos y amplía las incertidumbres para el sector. Las operadoras piden en cambio planes para la extensión de la banda ancha, donde es el Gobierno el que subvenciona el acercamiento a los ciudadanos. En tercer lugar, Redtel se refirió a las constantes trabas burocráticas que proceden de todas las administraciones, desde la central a la local, pasando por la autonómica.