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Crónica de Manhattan

Más impuestos, 'please'

La teoría y la realidad se enfrentaron en Arizona esta semana y salió perdiendo, cómo no, la teoría. En teoría, a los ciudadanos no les gustan las subidas de impuestos. Si son conservadores americanos, el disgusto ante la subida fiscal es mayúsculo, sobre todo ahora que el discurso político más publicitado es el del llamado Tea Party, un movimiento anti-impuestos y antisistema. Arizona es un lugar donde estas ideas calan con fuerza y se recibe a la musa de ellas, Sarah Palin, con alfombra roja.

Pero enfrentados con la realidad, el 64% de los votantes de Arizona aceptaron, en una consulta popular celebrada la semana pasada, subirse los impuestos como propuso la gobernadora republicana del Estado. Se trata de un alza temporal, de tres años, en la tasa que grava las compras, que pasa del 5,6% al 6,6%.

Arizona ha recortado su presupuesto un 20% reduciendo programas sociales, la nómina de empleados del Estado. Además se han cerrado parques y áreas de descanso de autopistas. Aun así, el déficit todavía obligaba al Gobierno a dar una vuelta de tuerca más: despedir a bomberos, a policías y reducir la semana escolar a cuatro días. La perspectiva ha puesto en barbecho la consigna antifiscal.

En otro estado también se está intentando que se apruebe un cambio fiscal gravoso para algunos residentes. Se trata de Washington, la sede de Microsoft y Starbucks.

Sus ciudadanos han comenzado a sumar firmas para poder llevar a las elecciones de noviembre una propuesta popular para crear un impuesto sobre la renta a nivel estatal para los que tienen los ingresos más altos. Como en Florida, en Washington sus residentes sólo pagan el impuesto sobre la renta a las arcas federales, pero no a las estatales. Los ingresos se obtienen vía otros gravámenes, como el que existe sobre la propiedad y otra tasa muy peculiar sobre las actividades mercantiles. Tal y como está redactada la propuesta, el impuesto afectaría a individuos con ingresos mínimos de 200.000 dólares al año, que tributarían a un tipo del 5%. Si la cifra se eleva al medio millón, entonces sería al 9%. æpermil;stos serían los mismos tipos a aplicar a parejas con ingresos de 400.000 y un millón de dólares, respectivamente. A cambio, se reducirían los impuestos sobre la propiedad y el gravamen al 80% de las empresas. El objetivo es tener dinero para pagar a los profesores y restaurar ciertos gastos sociales para educación y tercera edad.

Uno de los promotores de esta iniciativa es William Gates. No el fundador de Microsoft, sino su padre. Gates, un abogado de 84 años ya retirado, ha estado defendiendo desde hace años una fiscalidad más progresiva y unos impuestos significativos sobre las grandes herencias. Gates sería uno de los perjudicados por la subida que propone y su hijo, el segundo americano más rico, ni que decir tiene que también.

Pero al abogado las cuentas que le salen muestran que las personas con menos ingresos pagan el 16% en impuestos tal y como están las cosas y el 1% más rico, apenas el 2,5%.

El creador de Windows no se ha manifestado. Un amigo suyo -muy práctico-, Warren Buffett, tiene la tesis de que quien más tiene, más ha de contribuir, y su padre quiere que, esta vez, sea ésta la teoría que se imponga.

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