Un mercado en estado de conmoción
Lejos de apaciguar a los mercados y de persuadir con una regulación más estricta la voracidad de los inversores más especulativos, el anuncio unilateral de Alemania de esta semana de prohibir las ventas a corto a descubierto ha abierto la caja de los truenos. La volatilidad se ha disparado más aún, hasta el punto de que el mercado no atiende a razones y regresa por momentos a las jornadas más crudas que sucedieron a la quiebra de Lehman Brothers en el mes de septiembre de 2008.
"No hay mercado. El inversor en Bolsa a largo plazo no debería ni siquiera mirar a las pantallas. Estos días sólo ganan dinero los especuladores y los programas automáticos de intermediación en Bolsa", reconoce resignado el responsable de una sociedad de valores española. Las jornadas son de verdadero infarto, como en la sesión del jueves, en que la diferencia entre el nivel más alto y más bajo del Ibex fue del 5,5%. O el viernes, en que recuperó terreno desde un descenso del 2,85% para cerrar después con un alza del 1,48%, como sucedió el viernes.
Las señales del estado de conmoción en que se encuentra el mercado llegan de numerosos frentes. El índice Vix, principal referencia para calibrar la volatilidad bursátil, ha trepado estos días a niveles dignos de los mayores momentos de pánico de la historia reciente. Se ha acercado a los 50 puntos, un nivel que sólo ha tocado en situaciones excepcionales, como la quiebra del hedge fund LTCM en 1998, los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y, por supuesto, el colapso de Lehman Brothers, cuando alcanzó el récord de 89,53 puntos.
Los índices de volatilidad y riesgo remiten al pánico de la quiebra de Lehman
El líbor a tres meses, referencia del mercado interbancario en dólares, ha subida a niveles del pasado mes de julio, después de meses de encefalograma plano en los que pareció que había regresado la normalidad. "Quizá lo más sorprendente es lo que ocurre en el mercado de divisas, donde en condiciones normales, las oscilaciones son muy pequeñas", añade Jesús de Blas, del departamento de renta variable de Crédit Agricole.
El euro ha dado bandazos esta semana desde los 1,21 a los 1,25 dólares, golpeado según los rumores dominantes en cada momento. Las habladurías se expanden a la velocidad del rayo y apuntan desde una posible rebaja de calificación financiera de Francia o Japón, a la imposibilidad de España de hacer frente a los próximos vencimientos de deuda -desmentida por el propio resultado de la última subasta del Tesoro de obligaciones a diez años-, hasta una hipotética intervención del BCE a favor del euro.
La divisa europea se ha depreciado esta semana frente al yen a niveles que no se recordaban desde noviembre de 2001. El carry trade ha regresado al mercado de divisas y, de nuevo, el pánico ha llevado a los inversores a deshacer su endeudamiento en yenes y a buscar un refugio lo más seguro posible.
La búsqueda de protección para las inversiones está dejando situaciones insólitas. La rentabilidad del bono estadounidense a 30 años ha descendido -a la inversa del aumento de su precio por el impulso de la demanda- al entorno del 4%, un nivel que los expertos consideran revelador del punto de máxima agitación de los mercados. La rentabilidad del bono alemán a diez años, referencia para establecer las primas de riesgo, ha retrocedido estos días a un mínimo histórico del 2,66% y la del bono suizo al mismo plazo, paradigma de una inversión a prueba de ataques de pánico, se ha desfondado en lo que va de mes del 1,78% al 1,52%. "Es comprar por comprar activos de la máxima calidad posible, no por la rentabilidad que te vayan a ofrecer. Llega un momento en que no se sabe dónde poner el dinero", reconoce un gestor.
Otra prueba de la desconfianza generaliza la ofrece el índice Itraxx Crossover, que mide el coste de asegurar la deuda corporativa ante un posible impago, es decir, los polémicos CDS contra los que Alemania ha emprendido su iniciativa regulatoria. Este índice ha cerrado la semana en los 576,4 puntos, desde los 462 puntos de la semana anterior. Y pese al cierre positivo de la Bolsa el viernes, "aún no ha habido cierre de posiciones cortas", explica Carlos Llorente, de Finanduero. Los próximos días pueden traer por tanto una violenta subida para después, presa de la volatilidad, regresar a las caídas.