Políticos, hagan su trabajo
En su prisa por prometer a los mercados que no volverán a pecar, los Gobiernos europeos están tropezando entre ellos para demostrar su buena fe. Ahora, Nicolas Sarkozy se ha unido a la escuela de la reforma constitucional, diciendo que está a favor de una enmienda para exigir presupuestos equilibrados.
Alemania lo hizo el pasado año y la pasada semana instó a sus socios de la zona euro a hacer lo mismo. Si tales normas fueran creíbles, ello privaría a los Gobiernos de la flexibilidad que necesitan. También son un pobre sustituto de la responsabilidad política.
Los Gobiernos tienen que expiar los casi permanentes déficit presupuestarios de la última década. La mayoría de los países de la zona euro -incluyendo Francia y Alemania-, deben recortar la deuda. Mayores ajustes de gasto o subidas de impuestos serían muy impopulares en el contexto actual. También podrían espantar a los mercados si consideran amenazado el crecimiento. La vía de escape es prometer que la constitución hará mañana lo que los Gobiernos no han hecho en los últimos 20 o 30 años.
Normas estrictas privarían a los Gobiernos de las herramientas que necesitan en una recesión: ¿Qué habría sucedido hace dos años si los Gobiernos occidentales no hubieran usado la política fiscal para amortiguar el golpe de la crisis bancaria? Los defensores de la enmienda responden que esas disposiciones permitirían déficit cíclicos. Pero eso plantea el dilema de qué es cíclico y qué estructural. La crisis de la zona euro ha mostrado los peligros que los grandes déficit nacionales pueden plantear a la moneda única. Los Gobiernos de Europa necesitan urgentemente restaurar su credibilidad fiscal. Las constituciones no deberían ser manipuladas porque los líderes elegidos declinen hacer su trabajo.
Por Pierre Briançon