La retribución en especie, un colchón del poder de compra
Aunque España acabe de salir técnicamente de la recesión, lo cierto es que la crisis sigue extendiendo sus tentáculos en forma de más paro y recortes en el poder adquisitivo de la población. Esta segunda consecuencia vive estos días momentos de apogeo, recién aprobada la rebaja de sueldo de los funcionarios y con la subida del IVA y un posible nuevo impuesto para los más ricos en el horizonte inmediato. Pero también innumerables empresas privadas han impuesto planes de saneamiento con recortes salariales para sus empleados, a cambio de mantener el empleo.
En estas circunstancias, recobran actualidad las figuras retributivas que gozan de tratamiento fiscal más favorable. Ese es el caso de numerosas retribuciones en especie, que están exentas de tributación para el trabajador. De ellas trató ayer el seminario Optimización fiscal de la retribución variable en la empresa, organizado por Abdón Pedrajas, Tirant lo Blanc y CincoDías. Tomás Sala y Franco, catedrático de Derecho del Trabajo, explicó que los empleados pueden percibir hasta un 30% de su salario en especie. La ley del IRPF exige para esta consideración que las ventajas se otorguen de forma gratuita o a precio inferior al de mercado. Se trata de rentas que no están sometidas a tributación, ni tenidas en cuenta a otros efectos como la cotización a la Seguridad Social o la base del despido.
Según explicó Pablo Pedrajas, de Abdón Pedrajas Abogados, las retribuciones en especie pueden ir desde cursos de formación (siempre que lo pague completamente la empresa y tenga que ver con el trabajo desempeñado) hasta vehículos, uso de vivienda, servicios de guardería o primas por contratos de seguros. Pero quizá la figura más popular sea la de los cheques restaurante. Laura Bel Fenellós, inspectora de Hacienda del Estado, recordó que la ley limita su uso a nueve euros diarios, siendo el trabajador el responsable al respecto. Más aún: "En teoría, las tarjetas de comida deberían descargarse tras cada día laborable", explicó, antes de reconocer que, hasta ahora, la no acumulatividad "es un brindis al sol".