Más vale tarde que nunca
José Luis Rodríguez Zapatero finalmente ha cedido. Bajo el escrutinio de los mercados financieros de todo el mundo, presión de Bruselas, y tras una llamada telefónica personal del presidente de EE UU, Barack Obama, el presidente español está tomando duras medidas presupuestarias. Entre otras, ha anunciado un recorte del 5% en el salario de los funcionarios públicos y ha congelado las pensiones. El Gobierno espera que estos pasos, que equivalen a 15.000 millones de euros por año, reducirán el déficit presupuestario, que se situó en un 11,2% del PIB a finales de 2009, a un 6% en dos años.
La buena noticia es que estas medidas parecen alcanzables. Habrá protestas y posiblemente huelgas, pero España debería evitar disturbios en las calles al estilo griego. El Gobierno había prometido no tocar los salarios del sector público, por lo que el recorte del 5% y la ulterior congelación podrían parecer medidas duras. Sin embargo, el recorte es menos profundo que en Irlanda -donde los salarios se han reducido hasta un 15%-. Además, los trabajadores públicos españoles recibieron un aumento de sueldo de cerca de un 4% el año pasado.
Con el 20% de la población activa en el paro en España, no deberían quejarse demasiado. Como señala un analista, se producirían más disturbios sociales en la capital si el Real Madrid bajara a segunda división.
Pero la realización de reformas estructurales más importantes será más difícil. Los representantes de la patronal y los sindicatos están actualmente negociando una reforma laboral completa, que Zapatero espera que termine este mes.
Estas reformas serán fundamentales para hacer más fácil que las empresas contraten personal, y es de esperar que se produzca una flexibilización en la negociación colectiva. La reducción del desempleo aligeraría la carga de las prestaciones, que este año representarán casi un 3% del PIB, según estimaciones de Iberian Equities.
Pero los obstáculos permanecen. Los planes de reducción del déficit aún se basan en proyecciones de crecimiento optimistas, que el Gobierno admite tendrán que revisar tras el último recorte. Así que alcanzar el objetivo de recorte del déficit en un 6% seguramente requerirá más medidas dolorosas.
A pesar de ello, alienta que Zapatero reconozca que tiene un problema y que está dispuesto a tomar algunas decisiones difíciles para arreglarlo. Puede que los sindicatos no le perdonen. Pero los inversores deberían ser ahora más flexibles.
Fiona Maharg-Bravo