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Ruinas de otros tiempos

Los profesores calculan que desde su independencia del Imperio Otomano hace casi dos siglos, Grecia se ha pasado la mitad de los años (el 50,6%, para ser exactos) en quiebra o reestructurando su deuda. La última vez, en la década de 1930, aunque es probable que, entonces, no llamara tanto la atención: también quebraron buena parte de sus vecinos (Austria, Alemania, Hungría, Polonia, Rumania y Turquia) y casi toda Latinoamérica.

Hasta el siglo XIX, en cambio, la palma de las bancarrotas se la llevaba Francia, cuyas arcas se vaciaron hasta ocho veces entre 1500 y 1788, un año antes de que la Revolución pusiera orden. Reinhart y Rogoff recuerdan que la destronada monarquía tenía por costumbre reestructurar la deuda ejecutando a sus principaeels acreedores locales. Y que uno de sus ministros de Finanzas llegó a teorizar que los gobiernos deberían suspender pagos una vez cada 100 para recuperar el equilibrio presupuestario.

El estudio también señala la evolución en los mecanismos de resolución de crisis. Antes, los acreedores internacionales recurrían al ejército para saldar sus deudas. Así consiguió el imperio Británico sus "protectorado" e incorporó a la corona países enteros como Egipto. Una quiebra también permitió a Canadá hacerse con Terranova. Ahora se envía al Fondo Monetario Internacional. Menos sangriento, quizá. Pero igual de doloroso para la población local.

Foto: Ruinas de Pompeya con el Vesubio al fondo (B. dM. agosto 09).

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