La energía del sol sale a la calle
El acceso de los hogares a la red y la recarga del futuro coche eléctrico auguran grandes cambios en la gestión de la fotovoltaica.
La energía solar y la eólica tienen orígenes y destinos distintos. Muchas opiniones de responsables de empresas en el negocio de las renovables apuntan a estas diferencias para evitar hablar de sector, y prefieren diferenciarlo según fuentes de energía.
Aparte de las primas, que la solar fotovoltaica ha visto mermadas por los abusos, una de las diferencias fundamentales es que para servirse del viento se necesitan inversiones muy fuertes y una potente estructura industrial. Además, el recurso no está disponible en toda la geografía. Estos factores han empujado la eólica a manos de grandes empresas, con capacidad inversora e industrial.
La solar, sin embargo, puede buscar sus inversores y productores en la calle. El boom que registró la fotovoltaica en 2007, que elevó su producción en un 500% al calor de jugosas primas, mostró que, bien ordenada y gestionada, puede servir a los particulares ya no sólo como inversión, sino como fuente de autoconsumo, y con el tiempo, de venta a la red eléctrica.
Si se consigue dar estabilidad normativa, y en la medida que el sector madure, cualquier ciudadano podrá generar electricidad, consumirla y venderla a la red.
La pieza que faltaba, para que el puzle de esta nueva forma de organizar la oferta y la demanda energética sea posible, está dentro de un decreto que prepara el Ministerio de Industria. El departamento de Miguel Sebastián ultima una norma por la que las eléctricas estarán obligadas a conectar los pequeños paneles de los hogares.
Para la Asociación de la Industria Fotovoltaica (ASIF), que ha participado en la redacción de algunos capítulos técnicos de la medida, se trata de un paso fundamental porque "abre la puerta a la energía distribuida, es decir, la generación de electricidad directa sobre el punto de consumo", explican desde el organismo. De este modo, los consumidores también son productores, con lo que se altera el modelo eléctrico actual ya que se podrá evitar a las compañías eléctricas.
"Cuando la energía generada por una placa sobre el tejado de una casa no se consume se va a la red, ¿por qué no cobrarla?", explican desde ASIF. Al final de la cadena, la electricidad generada por energía solar ya no competiría con el coste de la generación, sino con lo que cuesta transportarlo. Es decir, que "cuando sea más barato por ser local, será rentable", explican desde la organización.
Queda ahora pendiente conocer el calendario para la entrada en vigor del decreto ministerial, así como los detalles sobre la potencia de instalación y el plazo en el que las eléctricas deberán abrir el grifo a la solar.
Por el momento, la nueva norma se está tramitando en pleno desencuentro entre Industria y el sector de las renovables, unido por una vez ante los rumores de recorte de las primas con carácter retroactivo. Tras la tormenta que la información causó en la Bolsa, Industria parece haber dado marcha atrás en la aplicación de la medida.
Ahora, mientras llega la revolución que supondrá la energía distribuida, pequeños inversores de media España participan en huertos solares de propiedad compartida, en un sector que se caracteriza por estar muy diluido. Con la crisis, muchos de estos huertos no han llegado a ver los paneles solares sobre su suelo. Pero para los que sí se han lanzado, supone la primera incursión de particulares como vendedores de electricidad.
Es la experiencia de la Fundación Tierra, con sede en Barcelona. Su proyecto Olas Solares es un incentivo para la inversión ciudadana en energía limpia. Se trata de la propiedad compartida de una huerta solar urbana.
En 2007 se concretó la primera iniciativa sobre el tejado del mercado de El Carmel de Barcelona. Según las primas vigentes, los cien propietarios de las placas solares que duermen sobre este tejado reciben 0,44 céntimos de euro por cada kilovatio de electricidad instalada.
En su caso, el objetivo no son tanto las ganancias como dar rienda suelta a la conciencia ambiental de sus participantes. Una prueba de ello es que la Ola Solar permite una inversión máxima de 3.000 euros por participante y 250 euros de beneficios anuales por una pequeña instalación de 50 MW. Sin embargo, desde el sector se puntualiza. "Para competir con las fuentes de energía fósil, las renovables deben de ser un negocio", insisten en ASIF. La Fundación Tierra responde que "claro, debe de ser un negocio, pero es que el ahorro es negocio, ya que casi siempre se reinvierte", explica Jordi Miralles, presidente de la organización. Desde la Unión Europea también se está fomentando la participación popular en la generación de energía solar. El proyecto De Sol a Sol, integrado por España, Francia, Alemania y Portugal, promueve las plantas en régimen de multipropiedad conectadas a la red.
Para los expertos, no cabe duda de que el futuro de la solar fotovoltaica pasa por el acceso del gran público. Así podrá ser parte de la solución energética en España y competir con las energías de origen fósil. Para ello, será necesario ofrecer un marco normativo claro.
El coche eléctrico también marcará el cambio de los hábitos de consumo de energía en algo más de una década. La recarga de los vehículos durante la noche, aprovechando la menor demanda de electricidad, elevará la actividad de los molinos eólicos y, con el tiempo, permitirá cargarlos con una placa solar y revender a las compañías eléctricas la energía para cubrir los picos de demanda.
Generar electricidad en casa
El kit fotónico GS120 es un electrodoméstico solar único en España. Genera electricidad limpia y renovable sin que el usuario deba moverse de su casa.Además de la comodidad que aporta, supone una auténtica revolución para la organización de la oferta y la demanda de electricidad.Este aparato permitirá captar energía solar desde casa sin depender de las empresas eléctricas ni del complicado entramado burocrático necesario para obtener el permiso de operar en la red.El kit está compuesto por un módulo fotovoltaico de células de silicio monocristalino de alta calidad, que incorpora un microinversor para la inyección a la red eléctrica.El invento no pretende tanto salir al mercado como plasmar el interés de la Fundación Tierra de fomentar la conciencia ambiental entre todos aquellos que quieran componer una guerrilla solar.Para su instalación es necesaria una inversión de 800 euros y sus responsables aseguran que ahorra cerca de un 10% de emisiones anuales a la atmósfera.