_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Grecia y la nueva Terranova

Alrededor de 1600, John Donne describió a su amante al desnudarse como "mi América, mi Terranova" -un lugar de inexplicable riqueza y aventura-. En 1934, el país era tan pobre que tuvo que renunciar a su soberanía política y económica. Grecia tiene una historia más larga, pero se enfrenta a una disciplina similar.

Los problemas de la isla del Atlántico norte en 1930 eran peores que los males actuales del archipiélago mediterráneo. Ambos países tenían un Gobierno débil y corrupción, pero la deuda de Terranova era más del 300% del ingreso nacional, muy por encima del 114% griego. Además, la Gran Depresión hizo mucho más daño a la crucial industria pesquera de la isla que la actual Gran Recesión hace a Grecia.

Pero las cuestiones básicas son idénticas. En primer lugar, un política monetaria impuesta desde fuera: el dólar canadiense (adoptado después de la crisis bancaria en 1985) y el euro. En segundo lugar, deuda en manos extranjeras: Terranova al 95% y Grecia al 70%. Por último, una población inquieta: el primer ministro de Terranova escapó apenas de un linchamiento, mientras que Grecia lucha con conflictos laborales.

Los británicos, que tomaron un interés neocolonial en el dominio independiente, buscaron evitar la quiebra. La UE está mostrando una preocupación similar para su miembro fiscalmente más débil. Puede que Grecia no tenga que sufrir la indignidad de Terranova de abandonar totalmente la democracia por comisarios que informaban a sus acreedores. Sin embargo, la República Helénica tendrá que depositar buena parte de su soberanía fiscal y económica en la UE y el Fondo Monetario Internacional. Ese es el precio de aceptar la ayuda oficial a precios preferenciales. El resto del mundo puede ser un suave tirano, pero tendrá la autoridad para remodelar gran parte de la estructura económica del país.

Terranova se las ingenió para escaparse por los pelos de una quiebra, pero eso no significa que Atenas esté a salvo. En 1934, la mayor parte de los políticos británicos consideraban la quiebra de un miembro de la Commonwealth como algo impensable. ¿Será el compromiso europeo igual de fuerte en 2012?

Edward Hadas

Archivado En

_
_