Más ahorro en el futuro
La naturaleza de la recesión ha incrementado la importancia y el seguimiento de indicadores "ensombrecidos" en el periodo previo a la crisis por el protagonismo expansionista de las variables de actividad y demanda. Es el caso de la cuentas no financieras publicadas por el INE, en las que se recogen los ingresos y pagos de los diferentes agentes, hogares, empresas y sector público. La relevancia de estos flujos radica en su papel en la gestación de los desequilibrios actuales y en la corrección de los mismos. Así, en 2009, las necesidades de financiación del conjunto de la economía española se redujeron en 50.000 millones de euros, resultado del tremendo ajuste en el sector privado (123.000 millones), que quedó parcialmente compensado por el deterioro de las finanzas públicas (73.000 millones).
Si nos centramos en el comportamiento de las familias, vemos que el pasado año marcó un cambio radical respecto a lo que se venía observando en la década precedente. El ahorro aumentó en 44.000 millones de euros, un 47% más que en 2008, hasta alcanzar el 18,8% de la renta disponible, tasa muy superior al promedio del 11,5% en el periodo 2000-2008. Los hogares presentaron además capacidad de financiación por segundo año consecutivo, sumando 75.000 millones de euros a los 7.000 millones de 2008, importes que conjuntamente han compensado ampliamente las necesidades de financiación acumuladas entre 2003 y 2007 (61.000 millones). ¿A qué responde este cambio en las decisiones de las familias?
La caída de los ingresos derivados de la actividad laboral fue del 3,8%, evolución que fue, sin embargo, compensada por la reducción de las cuotas hipotecarias y la acción contracíclica del sector público (mayores prestaciones y menores impuestos). El saldo neto fue un incremento del 1,1% en la renta disponible, aumento significativo en un contexto de marcada recesión como fue de 2009. Por lo tanto, para llegar a las elevadas cifras de ahorro y capacidad de financiación señaladas anteriormente es necesario analizar cambios en el patrón de gasto de los hogares. El consumo y la inversión disminuyeron en conjunto un 8,2% en 2009, en claro contraste con el incremento medio del 7,6% entre 2000 y 2007 e incluso con el avance del 1,3% en 2008.
Detrás de esta alteración tan notable en los patrones de consumo-ahorro-inversión de las familias se encuentran dos factores fundamentales. El primero es una alteración radical de las expectativas en el mercado laboral, que después de crear empleo a un ritmo medio anual del 4% entre 1994 y 2007 habrá reducido este año el volumen de ocupados a niveles inferiores a los de 2005, con expectativas de no recuperar los dos millones de empleos perdidos hasta de aquí a bastantes años. El segundo factor, ligado al anterior, es el elevado endeudamiento acumulado por las familias en los años previos a la crisis, que pasó del 81% de la renta disponible en 2000 a un máximo del 137% en 2007.
La conjunción de estos dos factores ha determinado un incremento sustancial de la aversión al riesgo y de la preferencia por el ahorro de precaución por parte de los hogares, que se manifiesta también en sus operaciones financieras. La variación neta de pasivo por este concepto acumula una cifra negativa de 18.000 millones de euros entre el segundo trimestre de 2008 y el tercero de 2009, según las cuentas financieras del Banco de España. Esto quiere decir que las familias están amortizando/cancelando su deuda a un ritmo superior al que contraen nuevos pasivos, escasos a la luz de la fuerte caída del consumo y de la inversión.
En este escenario, el horizonte para los hogares españoles está ciertamente lleno de retos. La reducción del déficit público implicará necesariamente un incremento de la presión fiscal en próximos años y, aunque con mayor retardo y menor intensidad, los tipos de interés incrementarán la carga sobre la deuda hipotecaria, que se reducirá sólo lentamente por su elevada duración. Esta menor contribución positiva a la renta disponible se producirá además en un contexto de baja creación de empleo, que según las previsiones del último panel de previsiones de Funcas retrocederá un 2,1% en 2010 y aumentará sólo un 0,1% en 2011. Las perspectivas anticipan, por tanto, que la tasa de ahorro de las familias permanecerá elevada durante un periodo prolongado de tiempo, hasta que nuevos shocks generen un incremento en la renta permanente de las familias, como ocurrió con la entrada en la Unión Europea en 1986 o en el área del euro en 1999.
Xavier Segura. Jefe del Servicio de Estudios de Caixa Catalunya