'Quo vadis' responsabilidad social de la empresa
La responsabilidad social de la empresa (RSE) es probablemente el movimiento social y económico más importante de nuestro tiempo. La RSE se halla en el orden del día en la mayoría de empresas. Pero, ¿hacia dónde va?
Se trata de un movimiento en expansión. Si tecleamos el concepto en Google, aparecen cerca de veinte millones de entradas. En 2004, las universidades de Redlands y de Iowa realizaron un estudio en más de treinta mil empresas llegando a la conclusión de que las mejor gestionadas y rentables lucían excelentes historiales sociales y medioambientales y viceversa. De ahí que el eslogan the business of business is business se vea sustituido por the business of business is socially responsible business.
No sólo el número de prosélitos aumenta, sino que la doctrina se desborda a otros conceptos. Desde el triple bottom line (people, planet and profit) que acuñó John Elkington (Cannibals with forks) en 1994, éste se ve ampliado a otras preocupaciones, incluyendo la diversidad y los derechos humanos, a la vez que nuevos objetivos como el precio justo, el salario justo y la inversión social crean titulares.
No sólo la empresa tiende hoy a ser gestionada con arreglo a estos criterios, sino que cada vez más da a conocer sus consecuciones en este campo. En 2008, el 80% de las 250 mayores empresas del mundo publicaban ya informes sociales o medioambientales y en algunos países como Francia la publicación de informes de sostenibilidad, junto a los económicos, es ya legalmente exigible.
Superada la noción de filantropía por la que el líder firma un cheque para obras caritativas al final de un ejercicio próspero, la RSE penetra en la actividad ordinaria de la empresa a lo largo del ejercicio convirtiéndose en una innovadora manera de gestionarla. William Ford decía que existe una diferencia entre una buena compañía y una gran compañía: una buena compañía ofrece excelentes productos y servicios; una gran compañía, además de ofrecer estos productos y servicios, se afana en hacer del mundo un lugar mejor. Tal como la Cumbre del Desarrollo Sostenible (Johannesburgo 2000) propuso, solamente a través de la efectiva cooperación de la empresa, el estado y la sociedad civil podrá alcanzarse el progreso necesario para el desarrollo sostenible.
Ya no es sólo el líder de la empresa el que tiene la iniciativa, como ocurre con la filantropía, la RSE es el compromiso colectivo de todos los que la integran. No sólo multitud de empresas adoptan códigos de conducta estableciendo objetivos éticos, sino que son los propios sectores industriales los que los proponen a sus miembros, como ocurre por ejemplo con los Principios Ecuador, por el que el mundo financiero introdujo normas de sostenibilidad en sus operaciones.
El gran debate actual sobre voluntarismo/imposición legal de los principios de la RSE debe resolverse por la compatibilidad y cooperatividad de ambos criterios de manera que, por un lado las normas jurídicas obliguen al cumplimiento de los mínimos esenciales, y, por otro, la empresa queda en libertad para el desarrollo de la RSE.
Está claro que el futuro del mundo está en manos de las empresas, dado su poder e influencia. De la misma manera que, tras las guerras mundiales, no fueron ni los políticos ni los militares quienes crearon una Europa pacífica, sino los empresarios con sus tratados del carbón, el acero y el átomo, en los albores del siglo 21 deben afrontar la solución de los grandes flagelos de la pobreza y el hambre. Al final, la paz, la justicia y el progreso dependen de cada uno de nosotros y de nuestro comportamiento humano, profesional y social, eliminando la brecha entre los eslogans y la realidad de nuestro quehacer diario.
La Cumbre de Río de Janeiro invitó a Severn Suzuki, una niña de doce años de la Organización Niños por el Medioambiente, a dirigir la palabra a la sesión plenaria, abarrotada de altos dignatarios y poderosos hombres de negocio. Severn les dijo "ustedes nos enseñan cómo debemos comportarnos en este mundo; nos enseñan a no pelearnos; a resolver pacíficamente nuestras diferencias; a respetar a los demás; a limpiar lo que ensuciamos; a no dañar a las demás criaturas; a compartir y a no ser egoístas. Entonces, ¿por qué ustedes los mayores hacen las cosas que nos dicen a nosotros que no hagamos?".
Ramón Mullerat. Ex presidente Comisión de RSE International Bar Association y socio de KPMG Abogados