Otro ocio, otra gestión
La obra audiovisual en formato serie de televisión ha pasado de ser la cenicienta de la industria cinematográfica a ser el formato más consumido del mundo globalizado.
Atrás quedaron las épocas en las que las estrellas de cine desechaban los papeles en los telefilmes y en las series de televisión. Este tipo de obras quedaban reservadas para las denostadas actrices, actores y directores de películas, que acababan su carrera cinematográfica protagonizando algún filme o programa televisivo, después de haber probado la miel del éxito; como le ocurrió a George Peppard, que pasó de desayunar diamantes con Audrey Hepburn a fumar puros en el Equipo A.
Actualmente, la nueva Sociedad de la Información ha transformado la forma de disfrutar de nuestro ocio: hemos cambiado la butaca del cine por nuestra pantalla plana casera.
Y, si cambian nuestras formas de disfrutar del ocio, debe cambiar también nuestra forma de gestionar y proteger nuestras creaciones. Para poder explotar con éxito un nuevo formato, no basta con encontrar un buen guión de hospitales en urgencias o policías en apuros. Deberemos además protegerlo correctamente, si no queremos ver como se diluyen nuestras expectativas de éxito en descargas ilegales, sin obtener una justa remuneración a cambio.
Obtener una buena protección fundamentalmente consiste, en primer lugar, en proteger a través del sistema de copyright de cualquier país, desde el programa piloto hasta la última temporada, los guiones, los títulos de cada capítulo y los personajes. Debemos cuidar también, a través de buenos contratos, las relaciones existentes entre todos los agentes que participan en este mercado: desde los creadores, guionistas, directores y actores, hasta los licenciantes y licenciados de estos formatos.
Y, por otro lado, será altamente recomendable proteger como marca, en cada uno de los territorios donde pretendamos explotar nuestra serie, los distintivos que identifiquen la serie o el merchandising que pretendamos explotar de ésta: el título de la serie (Friends), el nombre de alguno de los personajes (Bart Simpson), la caracterización de los personajes (Teletubbies) o algún artículo que identifique nuestro formato, como la cerveza perdida Dharm.
En caso contrario, nos arriesgamos a tener que brindar con una cerveza Duff el éxito comercial ajeno de avispados terceros; o quedarnos compuestos, sin pareja de baile y sin marca, como le ha sucedido a la productora creadora del formato MQB Mira quién baila.
David Muñoz de los Reyes. Director del Departamento de Propiedad Intelectual de Bellavista