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Ocultaba su situación financiera

Lehman Brothers contaba con una empresa en la sombra para transferir sus riesgos

El capítulo de la historia de las maquinaciones de Lehman Brothers para ocultar su situación financiera sigue ganando en profundidad mientras que, a la vez, sigue recordando a la infame historia de otro coloso caído, Enron.

Según reveló ayer The New York Times, Lehman compró en 2001 una empresa llamada Ibex Capital Markets, por siete millones de dólares, una compañía de servicios financieros que rebautizó con el nombre de Hudson Castle y que se convirtió en un socio en la sombra para complejas operaciones con las ocultaba sus riesgos.

Pese a su apariencia de independencia, el 25% de Hudson Castle, estuvo controlado durante años por Lehman y este banco se encargó de tener a cinco personas en su consejo. Según este diario, que cita documentos internos y a empleados que no identifica, Hudson Castle era como un álter ego de Lehman y fue el conducto por el que se permitió transferir temporalmente inversiones arriesgadas de sus libros. En algunos momentos las operaciones llegaron a sumar 1.000 millones de dólares.

Los servicios de Hudson Castle, que sigue operando y, de hecho, es el segundo acreedor de los activos de Lehman tras JP Morgan Chase, podrían haber ayudado a oscurecer la verdadera salud de sus finanzas, pero además el banco de inversión nunca dio explicaciones de sus vínculos con Hudson en sus libros o pies de página.

Esta compañía, que no ha sido acusada de nada, es una más de una red del sistema financiero en la sombra, que opera sin apenas ser visible a los reguladores. Es una más que permite a los bancos intercambiar inversiones arriesgadas por capital, algo que, en ocasiones puede dar una impresión equivocada de la calidad del balance de la entidad.

La SEC está investigando algunas de las operaciones creativas de préstamos de la gran banca desde que el informe del juzgado de la bancarrota de Lehman destapara las tácticas ya conocidas como repo 105, unos acuerdos de recompra que no se contabilizaban como préstamos sino como ventas para rebajar el peso del riesgo en los libros. La mayor parte de estos acuerdos son legales pero suelen llevar a engaños a supervisores y accionistas.

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