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La reforma laboral que viene
Columna
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Una reforma laboral imprescindible

Después de muchos meses de deshojar la margarita, por fin conocemos la propuesta del Gobierno en materia de reforma laboral. El pasado lunes se presentó a los agentes sociales un documento de propuesta -ambiguo y abierto- estructurado en cinco ejes de trabajo: dualidad y temporalidad en el empleo, revisión de las actuales bonificaciones a la Seguridad Social, programa de empleo para jóvenes, intermediación laboral y fomento de la reducción de jornada. Aunque criticado por su indefinición, es un buen documento de inicio, que ya pudo haberse presentado en la primera reunión del 5 de febrero con la que se inició este segundo intento de acuerdo laboral.

Desde entonces no hemos conocido avances entre los negociadores sindicales y patronales, por lo que ha tenido que ser el Gobierno quien impulsara el proceso con la propuesta mencionada. Ya avisamos que los agentes sociales no alcanzarían por sí mismos ningún acuerdo hasta que el Gobierno amenazara en firme con sacar adelante sus propuestas aunque fuera en solitario. Bien es cierto que el mes pasado nos regalaron un razonable acuerdo de moderación salarial para los convenios privados -que no para la Administración pública-, pero las partes se sabían limitadas para avanzar en la materia laboral.

Las cartas están sobre la mesa. En el primero de los ejes, la propuesta contempla la extensión del despido de 33 días para todos los colectivos. Parece muy razonable, ya que mientras no se facilitara la contratación indefinida seguiríamos encadenados a la altísima temporalidad. A los sindicatos no le ha gustado, pero se muestran abiertos al diálogo. Un acuerdo en esta línea es bueno para todas las partes, toda vez que no se restringen los derechos de los indefinidos actuales. Es importante que la indemnización de los nuevos contratos fijos baje hasta asimilarse con la media europea. Si se consigue, mejorará la estabilidad en el empleo, sin que tenga que encarecerse ni complicarse la actual estructura de contratación temporal.

Otra innovación es la posibilidad de capitalizar la cuantía del despido a lo largo de la vida del contrato a la manera austriaca. Nos parece muy interesante que se explore esa vía siempre que se tengan en cuenta varios aspectos. ¿Qué sobrecoste supondrá en la nómina mensual para la empresa? Si el fondo queda vinculado al trabajador en caso de cambio de empresa, ¿no se está facilitando el fichaje por terceras empresas que se verían beneficiadas al contratar a un trabajador que ya tiene su bolsa de despido amortizada por su anterior empresa? ¿Qué tratamiento fiscal tendrían las cuantías que mensualmente paga la empresa? A lo largo de la negociación deben aclararse estas preguntas, lo que no invalida un camino que puede resultar muy positivo unido a la reducción de indemnización anteriormente descrita.

Las bonificaciones tienen una eficacia mucho más reducida de lo que suponemos. Más interesante nos parecen el impulso de los contratos de formación, donde aún existe un gran campo para avanzar. Asimismo, nos parece bien traída la reflexión acerca de la intermediación laboral, que todavía presenta severas ineficiencias y que podemos superar con mecanismos y agentes más eficientes.

El quinto eje apuesta por las reducciones de jornada como alternativa a los despidos para empresas en crisis, al modo alemán. Aunque nuestra legislación ya contempla algunos supuestos, no cabe duda que facilitar, simplificar y abaratar estos procedimientos supondrá un estímulo para la menor destrucción de empleo.

En resumen, nos parece un buen documento de inicio. Ojalá se logre alcanzar un gran acuerdo. Significaría un aldabonazo para la confianza y un estímulo para la recuperación. Dado que las decisiones de nuevas contrataciones quedarán a la espera del resultado de la reforma, los tiempos apremian. Y no olvidemos el fundamental acuerdo pendiente en negociación colectiva y flexibilidad interna, tan importante, si no más, que todas las cuestiones abordadas con anterioridad.

Algo se comienza a mover en materia laboral. Con suerte y el esfuerzo de todos los negociadores, podríamos estar poniendo los cimientos de un crecimiento más sólido y estable.

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