La lenta y mutante reforma laboral
El Gobierno apuesta ahora por adoptar el modelo laboral austriaco, donde un fondo alimentado por las empresas sirve para abonar las indemnizaciones por despido. Como peculiaridad, cada empleado acumula su propia reserva -la cotización es individualizada- y la recibe en caso de despedido o al final de su carrera, tras la jubilación. El mecanismo favorece la movilidad de los trabajadores a los que no les duele abandonar sus empresas por temor a "perder la antigüedad" a efectos de despido y, además, permite que el ajuste de plantillas en caso de crisis no sea tan gravosa para las empresas. Habrá que analizar ese sistema para adaptarlo al mercado español. Pero es imprescindible despejar también el coste de la indemnización por despido que regirá en el futuro.
Sorprende, sin embargo, que el Ejecutivo lo haya planteado casi por sorpresa a una semana de presentar un nuevo -y esperemos que último- borrador de propuestas para el pacto social. Eso lleva a pensar que no tiene una idea clara de qué modelo laboral pretende. Los plazos para la reforma se agotan y es pertinente marcar una fecha tope. El Gobierno quiere que en mayo haya acuerdo. Esperemos que cumpla el calendario y acelere el trámite parlamentario. De no ser así, puede llegar otro fin de año sin que la reclamada reforma esté en marcha.