Las catástrofes aéreas y Greenspan
Nuño Rodrigo -30/03/2010
Los documentales televisivos sobre catástrofes aéreas están cortados todos por el mismo patrón. Se presentan los hechos (es decir, el accidente) y posteriormente se analiza la sucesión de acontecimientos que lo hizo posible, y así hasta los 40 minutos de rigor. La letanía final es siempre la misma. Siempre existe un error, mecánico, humano o de diseño, pero siempre se escucha la frase "pero no habría pasado nada si...", porque teóricamente un avión sólo se cae si hay dos o más fallos simultáneos.
Alan Greenspan argumenta, en su defensa, que la crisis es algo que sólo sucede una vez por siglo, refiriéndose a la retirada masiva de crédito a corto plazo sucedida antes del crac de Lehman. Nassim Taleb, autor del libro The Black Swan, lleva años apuntando que un financiero que no se prepara para acontecimientos extraordinarios es como un piloto que no sabe volar cuando hay tormenta. Cabría añadir que, al contrario que en el mundo de la navegación aérea, en el mundo financiero el desarrollo no se ha enfocado a elevar la seguridad frente a las tormentas -aun asumiendo la suposición errónea de que se producen una vez cada siglo- sino a, digamos, aumentar la velocidad de crucero. La derogación de las normas que impedían la concentración de banca comercial y de inversión y la desregulación del mercado de derivados son algunas de las normas que elevaron, en vez de reducir, los riesgos de accidente en el mercado.
Quizá lo que distinga la navegación aérea de la economía es que los accidentes aéreos no se olvidan, mientras que las crisis pasan rápido al rincón de la historia. Esta falta de memoria sería la explicación de que, mientras en los aviones las normas de seguridad se reescriben en función de los accidentes pasados, en el mundo financiero las normas de seguridad se escriben en función de conceptos teóricos que contradicen abiertamente toda la experiencia acumulada, como la teoría de los mercados eficientes.
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