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Columna
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Tragedia sobre Grecia

Será un día triste cuando la zona euro se dirija al FMI para ayudar a evitar la crisis griega. Parece que va a ser el resultado del compromiso que podría surgir de la cumbre de esta semana, destinado a reducir la carga de Grecia y apaciguar la ira de Alemania. Los mismos Gobiernos que insistieron que no sería necesario el FMI ahora le invitan a su rancho, sólo para que Angela Merkel pueda ir a casa y decir que el dinero alemán no se mandará a los tramposos y perezosos griegos.

El FMI no será capaz de contribuir mucho con sus consejos. Uno de sus instrumentos tradicionales, la devaluación, queda excluida. El otro, el fiscal, ya está en marcha con el creíble plan de reducción del déficit en el que Grecia se ha embarcado.

Un resultado positivo de la crisis es que ha puesto al descubierto los fallos fundamentales de la moneda europea: la ausencia de una fuerza de disciplina fiscal sobre los miembros rebeldes antes de que la situación se vaya de las manos y de un correcto mecanismo de resolución de la crisis cuando eso ocurre.

Dependiendo de los detalles del compromiso de esta semana, Grecia puede obtener préstamos del FMI a tasas inferiores a los mercados. Si pide prestado al FMI la mitad de los 16.000 millones de euros que necesita en los próximos dos meses, pagaría una tasa de alrededor del 2,7%, inferior al 3,1% actual de los bonos alemanes. Otra cosa es el riesgo moral, una fijación de los fetichistas obsesionados en garantizar que Grecia sea severamente castigada por sus estadísticas fraudulentas y su irresponsabilidad.

Pierre Briançon

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