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Columna
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British Airways, en la encrucijada

Willie Walsh combate en una gran guerra. A pesar de la inevitable niebla, el precio de las acciones de British Airways (BA) han despegado, alcanzando una altitud vista por última vez antes de la caída en picado de septiembre de 2008. Los inversores piensan que Walsh, el consejero delegado de BA, aplastará la huelga de tripulantes porque tiene más que perder.

En cierta forma, si fuese derrotado por Unite, el sindicato de tripulantes, no sería tan extraño verle hacer las maletas. Por otra parte, el sindicato puede aprender de una derrota para batallas mayores contra el sector público. El año todavía no ha acabado. Un buen indicador podría ser el espectáculo de Tony Woodley, el incendiario secretario general del sindicato, al pedir hablar con el presidente de BA. Ser el tesorero del Partido Laborista ha sido insuficiente para garantizar el apoyo del Gobierno.

En lo que se refiere a Walsh, "en un juego de malabarismo de creciente complejidad" acabar con la huelga sería sólo el principio-. La victoria le conduciría a lo que equivale a un gran plan de pensiones con una aerolínea incrustada. Los trabajadores de BA, en huelga o no, han visto incumplidas las promesas sobre la edad de jubilación. La semana pasada acordaron aumentar sus contribuciones desde un 8,5% hasta un 13%.

Esto es sólo la primera etapa en el reconocimiento de la realidad. El déficit en los dos planes de BA se ha establecido en unos optimistas 3.700 millones de libras. La propuesta de fusión con Iberia depende de que el Regulador de Pensiones de Reino Unido apruebe un plan para reducir, aunque no eliminar, el déficit. Se debe tomar una decisión el 30 de junio. El organismo de control ya ha cuestionado los números de BA, aunque tiene una difícil elección. Si deja avanzar el plan, otras empresas con problemas similares con sus planes de pensiones pedirán el mismo trato. Si se endurecen las condiciones el regulador corre el riesgo de echar abajo los juegos malabares de Walsh.

La fusión con Iberia impulsa la interminable búsqueda de una joint venture transatlántica con American Airlines. Los reguladores de EE UU han dado su visto bueno, y parece probable que la UE lo haga también. Si no se llega a un acuerdo BA corre el riesgo de convertirse en un jugador de segunda entre las aerolíneas mundiales. La batalla parece que se desarrolla del lado del frente del sindicato. Pero la guerra de Walsh continúa.

Por Neil Collins

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