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Votación histórica en la Casa Blanca

Obama tiene sobre su mesa la reforma de la sanidad

"Esto no va a arreglar todo lo que está mal en la sanidad, pero nos pone en la nueva dirección". Con palabras como estas, Barack Obama dio la bienvenida ayer, al filo de la medianoche en Washington, a la ley de la reforma sanitaria recién aprobada.

El presidente de EE UU, Barack Obama, y el vicepresidente Joe Biden, poco después de la aprobación de la reforma de la sanidad.
El presidente de EE UU, Barack Obama, y el vicepresidente Joe Biden, poco después de la aprobación de la reforma de la sanidad.Reuters

Se llega así casi al final de un viaje que ha tomado más de un año y ha obsesionado a la mayor parte de los presidentes del país desde Theodore Roosevelt, la ampliación de la cobertura sanitaria a aproximadamente el 95% de la población.

La sesión de la cámara de Representantes fue larga, bronca y en algunos momentos tediosa ya que la mayoría de sus miembros usaron el turno de intervenciones para defender y oponerse a la reforma según fueran de un partido o de otro, alargando el procedimiento hasta casi 11 horas. Los republicanos presentaron la reforma como un gasto imposible de afrontar por el Estado y una intolerable intervención pública en el ámbito de la privacidad individual, mientras que los demócratas, siguiendo la filosofía del fallecido Ted Kennedy, hablaron de ella como la confirmación de que la atención sanitaria es un derecho y no un privilegio. Algunas legisladoras recordaron que en el actual sistema sanitario, ser mujer es una condición preexistente médica, debido a los embarazos, que encarece los seguros privados (los únicos que hay). Y recordaron que con la ley, que entrará en vigor en 2014 por completo, las aseguradoras no podrán pretextar condiciones preexistentes para denegar cobertura sanitaria como hasta ahora.

Como estaba previsto, los republicanos votaron no en bloque y los demócratas consiguieron aunar más de los 216 votos mínimos para que el proyecto legislativo saliera adelante. Al final, con 219 votos a favor por parte de los demócratas y 212 en contra, la Cámara aprobó el proyecto de ley que aprobó el Senado en Navidad. A última hora, además, los miembros del partido del Gobierno aprobaron las enmiendas a este texto (220 a favor 211 en contra) que se habían pactado con los senadores antes de la votación y que el martes pasarán por la Cámara Alta.

Los republicanos trataron de detener como fuera, pero sin éxito, el voto y de hecho obligaron a una votación más sobre una provisión sobre la financiación del aborto con dinero público, algo a lo que habían llegado a un acuerdo los demócratas con el presidente a las cuatro de la tarde y que la oposición consideraba insuficiente. Una orden presidencial evitará que esto ocurra.

En numerosas ocasiones, la sesión se desarrolló en un estilo más propio del Parlamento británico, donde se escuchan más voces, gritos aplausos y pitos, que el del Capitolio de Washington. De hecho, al promotor de la iniciativa para evitar que se subvencione el aborto con dinero público a través de las ayudas fiscales para contratar un seguro, el demócrata Bert Stupak, se le recriminó a gritos en un momento de confusión que era un "mata bebés".

Aunque la ley se aprobó y ya solo queda que el Senado de el visto bueno a las enmiendas con 51 votos con los que si pueden contar los demócratas, Obama no firmó el texto anoche, como podría haber hecho para convertirlo irrevocablemente en ley. No obstante, el último recorrido legislativo está encarrilado y los momentos más difíciles, en este sentido, ya han pasado. Es previsible que en cuanto salga el voto del Senado, en dos días, el presidente vuelva a la mesa con el bolígrafo para hacer historia.

Con su firma pondrá en marcha el mayor cambio en el disfuncional sistema sanitario de EE UU desde que Lyndon Johnson introdujo en los sesenta el Medicare (la atención estatal a través del sistema privado de salud para mayores de 65 años). La reforma de Obama obliga a que todos los estadounidenses tenga un seguro médico privado (ya que no salió adelante la creación de una opción pública privada). Para ayudar a los que no pueden hacer frente a las pólizas habrá ayudas fiscales y los que tengan unos ingresos algo por encima del umbral de la pobreza podrán optar a un Medicaid (programa sanitario para pobres) expandido. Las empresas de más de 50 empleados tendrán que ofrecer seguro a los trabajadores y si no lo hacen contribuir de forma especial (con un impuesto) a la caja con la que se subsidia la contratación individual. Para favorecer la competencia esta se podrá hacer en "mercados" abiertos (uno en casa estado).

Para pagar esta reforma que cuesta unos 940.000 millones del año en la próxima década se subirán los impuestos a las personas que ingresen más de 250.000 dólares y se rebajarán los costes del Medicare, entre otras cosas.

A las aseguradoras se les prohíbe que retiren la cobertura a los que están enfermos y que la nieguen a los que llegan con condiciones preexistentes.

La reforma deja aún muy lejos a EE UU de los modelos de sanidad que se utilizan en Europa y Canadá y que hasta ahora cuestan la mitad que el americano. EE UU se gasta más del 14% de su PIB en sanidad aunque de momento hay 45 millones de personas que no tiene cobertura. Obama dijo ser consciente anoche de que el plan que previsiblemente firme el martes""no es radical, pero es grande". "Esto es el cambio", sentenció.

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