América Latina recoge frutos
El excelente comportamiento de la economía latinoamericana durante esta crisis y los años que la precedieron es uno de los cambios estructurales a nivel planetario más relevante de la última década. Aunque haya sido silencioso. La mayoría de los Gobiernos de la región, salvo excepciones como Argentina y Venezuela, han sabido aplicar recetas macroeconómicas sólidas que han generado crecimientos equilibrados y unas cuentas públicas en saneamiento. Tanto es así que se han permitido aplicar políticas de estímulo y, sin embargo, el déficit público de media se ha situado en un envidiable 4%. Algunos países desarrollados deberían tomar nota. La mejor gestión política y económica ha surtido efecto. Pero es innegable que gran parte del secreto está en la contribución al desarrollo de la región de las grandes empresas, muchas de ellas españolas. Todo ello ha permitido que países como Chile o Brasil hayan podido vadear con cierta holgura la caída de los precios de las materias primas de las que tanto dependen.
Este año se prevé que la región crezca de media un 4,1%, lo que es una garantía de continuidad. Sin embargo, estos países deben seguir la lucha contra la pobreza y las diferencias sociales, además de mejorar la seguridad jurídica, para completar el buen desarrollo del área.