¿El IVA es el precio del pacto?
Para poder llegar a un acuerdo entre el Gobierno y el PP sobre la política que impulse la salida de la crisis se necesitaría que ambos coincidan en los objetivos prioritarios porque las medidas se han de valorar en función de esos objetivos. Una de las razones por las que se pudo llegar a los Pactos de La Moncloa fue precisamente el haber coincidido en la elección de los objetivos.
En las negociaciones para el pacto contra la crisis se ha pasado directamente a debatir las medidas que proponen unos y otros, aunque ésta no sea la estrategia más racional.
Admitida la falta de esa explicitación de unos objetivos concretos, por las declaraciones de ambas partes parece indiscutible que se da prioridad a la creación de empleo. El que en segundo lugar se dé la máxima urgencia a la reducción del déficit público, está claro en los responsables de nuestra economía, por lo menos desde que se presentó el Presupuesto para 2010, y aunque en las declaraciones de los representantes del PP no se ha puesto mucho énfasis en este tema, en el documento que enviaron para la reunión bilateral del 3 de marzo presentaron una batería de medidas que permitían sospechar que también se reconoce la importancia de este objetivo.
Es verdad que la estabilidad presupuestaria tiene una función instrumental y que por eso no afecta tan directamente al bienestar de los ciudadanos como el objetivo del empleo. Sin embargo, en la situación actual de nuestra economía, el desequilibrio presupuestario ha llegado a ser un problema de la máxima gravedad, sin que entremos a juzgar quiénes son los responsables que nos han llevado hasta donde estamos.
A partir de aquí encontramos una clara diferencia entre las medidas que propone el Gobierno y el PP para reducir el déficit público. El PP propone como medida principal un fuerte recorte del gasto público y, de un modo más indirecto, la recuperación de la actividad económica que se conseguiría con la rebaja de impuestos y naturalmente con la anulación de la subida del IVA. El Gobierno es menos ambicioso en el recorte del gasto público y, al mismo tiempo que reduce el gasto, intenta garantizar el necesario aumento de los ingresos con una subida de impuestos, especialmente del IVA.
En economía difícilmente se encontrará un instrumento que no tenga aspectos negativos que contrarresten los efectos positivos por los que se quiere aplicar. Es verdad que subir el IVA, que es la medida gubernamental que más se está discutiendo, puede retraer la demanda interna, factor fundamental para el crecimiento del PIB. También es cierto que la principal estrategia contra el nuevo endeudamiento debe ser la disminución del gasto, aunque también puede tener el efecto adverso de generar paro entre los empleados públicos, pero la cuestión fundamental es si sólo con tales recortes se podrá conseguir que el 11,4% del déficit de las Administraciones públicas se reduzca al 3% en 2013. Si el gasto público es imposible que se reduzca en el volumen necesario para lograr ese objetivo, no queda más remedio que acudir a los impuestos y, entre ellos, el IVA, a pesar del fraude existente, es el más seguro.
Es lamentable que se trate de un impuesto que es el que más grava a las rentas medias y bajas, pero los impuestos sobre el capital también pueden dañar la recuperación si con la disminución del ahorro se reducen las inversiones que necesitan las empresas para su modernización. Es verdad que hay un sector, el de las Sicav, que sería el más adecuado para sanear nuestras finanzas, pero los capitalistas que lo integran tienen medios para evadirse, mientras los responsables económicos respeten las reglas del funcionamiento del mercado libre, no olvidando por lo demás el importante papel que pueden desempeñar contribuyendo a la capitalización de nuestras empresas.
Concluimos, pues, que mantener la subida del IVA, cuyas consecuencias todos sufriremos, es un mal menor y necesario, teniendo en cuenta, además, que a pesar de su capacidad recaudatoria tampoco asegura que se logre el objetivo propuesto por la fragilidad en que se apoyan los cálculos y supuestos que han servido de base a la decisión de nuestros responsables económicos.
Eugenio M. Recio. Profesor honorario de Esade (URL)