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La Europa que pudo ser

Europa estuvo a punto de contar con una obra del estadounidense Frank Lloyd Wright, uno de los arquitectos más imporantes del siglo XX. Pero las moribundas fuerzas vivas de siempre, en este caso, las de Venecia, lo impidieron en 1955. Otras fuerzas igual de vivillas derribaron en Madrid, hace sólo una década, La Pagoda, una de las obras más importantes del arquitecto español, Miguel Fisac.

No son las dos únicas joyas arquitectónicas que se ha perdido Europa, como recuerda en el CIVA de Bruselas una deslumbrante exposición (Arquitecturas ausentes del siglo XX) que llega a la capital comunitaria, en su primera salida fuera de España, en el marco del programa cultural de la presidencia española de la UE. La muestra recrea hasta 24 proyectos emblemáticos de la historia de la arquitectura del siglo XX, 22 de ellos en suelo europeo. Algunos no llegaron a construirse o han sido modificados radicalmente. Otros cayeron bajo la piqueta inmisericorde.

Por suerte, han revivido, aunque sea a escala, gracias a las deslumbrantes maquetas del Taller Juan de Dios Hernández y Jesús Rey, en una tarea iniciada en 1997 y que se antoja titánica pero envidiablemente entretenida. Cada proyecto ha sido objeto de una meticulosa investigación a cargo de expertos y arquitectos, entre los que figuran Rafael Moneo, Juan Navarro Baldeweg o José Antonio Corrales. Esa labor ha quedado recogida en 24 libros, uno por proyecto, cuyo precio oscila entre 19 y 23 euros (en editorial Rueda).

Los textos recrean las vicisitudes de unas obras que incluso desde su ausencia reflejan la historia de Europa. El frustrado proyecto de Wright en Venecia, por ejemplo, revela el riesgo del populismo y la peligrosa tendencia a banalizar en la prensa ciertos debates para permitir que se impongan los argumentos más simplones y los sentimientos fáciles de manipular. Ni siquiera el enorme prestigio del arquitecto estadounidense (entrevistado aquí en televisión por Mike Wallace en 1957) con él epudo contrarrestar la burda e ignara campaña en contra de su proyecto. Como en Fountainhead, la película de King Vidor protagonizada por Gary Cooper e inspirada en Wright, la mediocridad a menudo teme e intenta frenar a las vanguardias.

Pero volvamos a la expo. Una expo imprescindible para aficionados a la arquitectura, al urbanismo o a la historia. Pero también para aficionados al modelismo. Y a la magia, porque algunas de las maquetas alcanzan tal sofisticación que mezclan realidad y apariencia. O al ciclismo (velódromo de Anoeta), a la pelota vasca (frontón Recoletos), al teatro (Total, en Berlín), a las cafeterías (una de Mies van der Rohe) y a los restaurantes (un proyecto de Jacobsen). Y también los aficionados a los garajes (el de Melnikov estaba pensado para 1.000 automóviles), o a los cementerios (uno de Alvar Aalto), al periodismo (el Cineac de Amsterdam muestra que en los años 30 el periodismo ya buscaba la visibilidad y la inmediatez que ahora permite Internet) o a las exposiciones universales (pabellón español en la de Bruselas de 1958).

Una muestra (casi) para todo el mundo hasta el 18 de abril.

Foto: Capilla para el camino de Santiago (1957), proyecto no construido de Francisco Sánez de Oiza, José Luis Romaní y Jorge Oteiza. (B. dM., 28-2-10).

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