El Ibex descuenta mayores beneficios
En medio de la más absoluta de las incertidumbres y bajo la lógica cautela que merecen las previsiones, las empresas españolas confían en que lo peor de la crisis ha pasado ya. Así lo esperan los analistas, y también el resto de las empresas europeas y las estadounidenses. No obstante, se debe reparar en que se trata de las grandes corporaciones que cotizan. Las percepciones son diferentes en el caso de las pequeñas y medianas compañías.
Las empresas del Ibex dejan atrás un año en el que los beneficios conjuntos descendieron un 20,5% respecto a 2008, un dato marcado por el comportamiento de ArcelorMittal que ha estado cerca de entrar en pérdidas. Descontando el gigante siderúrgico, el descenso se limitaría al 8,6%. Es decir, difícilmente podremos calificar el pasado ejercicio de annus horribilis, algo que parecía inevitable hace 14 meses. Y menos si se compara con el comportamiento de los beneficios en crisis anteriores. Valga como ejemplo 1993, cuando en la última recesión los beneficios se desplomaron un 75%, o el difícil 2003, con una caída del 85%.
Esta resistencia positiva de los beneficios empresariales se explica por la actual composición de las empresas españolas, muy distinta a la de hace una década. Para empezar, la internacionalización y la diversificación sectorial ha permitido a las compañías compensar unos mercados con otros. Es una de las virtudes de la trayectoria de las empresas del Ibex durante estos años, a pesar de que haya supuesto altos niveles de apalancamiento.
Pero las empresas no sólo han sabido fajarse en el largo plazo. En el corto, han demostrado diligencia en la toma de decisiones, permitiendo minimizar los efectos de la recesión sobre sus cuentas de resultados. La reducción de los costes ha sido una estrategia generalizada con el objetivo de sostener las ventas mediante ofertas en los precios. Aunque también se ha producido un esfuerzo por aminorar el peso de la deuda, pues la mayoría ha rebajado sus pagos financieros, bien reduciendo su endeudamiento, bien refinanciando con tipos más bajos.
Estos trabajos hacen prever que el presente año será de nuevo el momento de recoger frutos. Y aquí estriba el éxito o el fracaso del presente ejercicio. Las empresas tienen poco margen de maniobra para seguir reduciendo costes, lo que limitará sus herramientas para continuar atrayendo clientes. Ahora es el momento de confiar en que el clima económico mejore y las familias encuentren la motivación suficiente como para aumentar sus compras. De ser así, la reducción de costes surtirá efecto y cada producto o servicio vendido dejará más margen en las arcas empresariales.
No obstante, a pesar de que el consumo haya mejorado levemente en el último trimestre de 2009, no es previsible que repunte con fuerza. Por tanto, los estrategas empresariales deberán medir muchísimo sus decisiones. A pesar de que los indicadores señalan que la economía española gana actividad, es complicado determinar qué ritmo mantendrá en los próximos meses. A ello se suma que los últimos datos internacionales apuntan a un parón en el ímpetu de la actividad en países como Alemania o incluso en Estados Unidos. Con más razón si cabe para el caso de España, cuya economía sigue adoleciendo de serios problemas de recuperación en sectores tan vitales como el inmobiliario y la construcción.
La retirada paulatina de los estímulos fiscales, y en menor medida monetarios, arrojan dudas sobre si la recuperación mundial adoptará forma de L, con un largo periodo de débil crecimiento, o incluso de W, con una recaída en algunas grandes economías. Aun así, hay motivos para considerar que los siete trimestres en recesión consecutivos que lleva la economía española son demasiados y que, al igual que el resto de las grandes economías, volverá a tener crecimientos del PIB.
Todo ello explica las incertidumbres que se ciernen sobre las empresas y también sobre los inversores que han colocado sus ahorros en la Bolsa. Sin embargo, la diversificación de las empresas del Ibex, especialmente en mercados latinoamericanos, volverá a jugar en favor de unos beneficios que, según prevén los analistas, mejorarán en torno al 6% este año y otro 13% el próximo ejercicio.