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Barroso pierde un alfil

¡Vaya primera semanita que lleva José Manuel Barroso!

El pasado jueves, sólo un día después de asumir la presidencia de la nueva Comisión Europea, fue eclipsado durante la primera cumbre europea presidida por Herman Van Rompuy, que sólo en el último momento le llamó a su despacho para comunicarle el acuerdo franco-alemán sobre el plan de rescate de Grecia.

Y ayer, siete días después del comienzo de su segundo mandato, Barroso perdió a su gran aliado y antiguo jefe de gabinete, Joao Vale de Almeida, al que hábilmente había insertado como director general de Relaciones Exteriores antes del nombramiento de la nueva responsable de la política exterior comunitaria y vicepresidenta de la Comsión, Catherine Ashton.

Vale de Almeida llegó al cargo el pasado mes de junio en sustitución del español Eneko Landaburu, uno de los funcionarios más veteranos y prestigiosos del organiigrama comunitario. Pero la convivencia del portugués con Ashton no ha durado ni dos meses.

Como consuelo, Barroso desplaza a su alfil hasta un puesto de relumbrón pero con escasos poderes efectivos como es el de delegado de la UE en Washington(por cierto, que por mucho que se empeñen algunos de los que los dirigen esas delegaciones, el puesto no tiene rango de embajador por la sencilla razón de que la UE no tiene embajadas).

El ex-director general podrá ver de cerca la Casa Blanca. Y dirigírá una delegación por la que han pasado desde el hijo de Spaak (uno de los arquitectos de la UE) hasta el exprimer ministro irlandés John Bruton (que dejó el cargo en octubre del año pasado). Pero su antiguo jefe y compatriota, probablemente hubiera preferido tenerle un poco más cerca del Berlaymont.

Imagen: Joao Vale de Almeida (Comisión Europea, 2010).

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