La caída de ingresos daña la marca 'España'
Diciembre de 2007. España cierra el año con un superávit de 23.139 millones de euros, el mayor de su historia. 24 meses más tarde, las finanzas públicas registran un déficit fiscal sin precedentes que asciende a 120.000 millones de euros, un 11,4% del PIB. Una cifra que está provocando que en el exterior cada vez más voces duden de la marca España.
Nunca se había visto un deterioro de las cuentas públicas tan violento e inesperado. Hacienda pronosticó en el Presupuesto de 2009 que el déficit fiscal ascendería a 20.000 millones de euros. Es decir, un error de cálculo de 100.000 millones de euros (16 billones de pesetas).
Las cuentas públicas han sido víctimas de una tormenta perfecta. Por un lado, la crisis se ha cebado con el mundo inmobiliario, uno de los sectores que más contribuía a engrosar las arcas del Estado. El 7% del precio de venta de una casa nueva se lo lleva Hacienda a través del IVA. Y si es de segunda mano, las comunidades recaudan el impuesto de transmisiones patrimoniales, que también grava con un 7% la compraventa. Y la mayor parte de los ingresos municipales derivan de impuestos ligados a la construcción.
Incluso si la economía se recupera y vuelve a crecer, los ingresos públicos derivados del sector inmobiliario ya no volverán. Ello significa que el déficit público tiene un carácter estructural.
Hasta noviembre, Hacienda había recaudado 25.000 millones menos que en el mismo periodo del año anterior.
Por otro lado, la crudeza de la crisis llevó al Gobierno a aplicar una política expansiva. Así, aprobó medidas como la rebaja de 400 euros o permitir la devolución mensual del IVA que han contribuido a engrosar el déficit. Las políticas del Gobierno para luchar contra la crisis equivalieron a cuatro puntos de PIB durante 2008 y 2009.
Y, además, el aumento imparable del paro, que ya afecta a más de cuatro millones de españoles, ha disparado el gasto en prestaciones por desempleo, además de reducir los ingresos por IRPF y cotizaciones sociales. El Gobierno planeaba gastar 19.000 millones de euros en prestaciones y, finalmente, destinó 31.500 millones en 2009.
Ahora, el Ejecutivo ha puesto en marcha un plan de austeridad. De su éxito dependerá la imagen de España en el exterior.
Trichet no ve razones para dudar de la solvencia de España
El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, dijo ayer que no tiene razones para dudar de la capacidad de España para hacer frente a la situación de sus finanzas públicas, y comentó que en la zona euro el único problema "particular" es Grecia. "Tenemos un problema de finanzas públicas muy importante" no sólo en la zona euro, sino en los países desarrollados en conjunto, declaró. De hecho, casi todos los países de la Unión Europea cerraron 2009 con un déficit superior al 3%, límite máximo del Pacto de Estabilidad. Ante esta situación, la Comisión Europea abrió en 2009 una veintena de expedientes por déficit excesivo.