_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Reino Unido no quiere ser estúpido

Reino Unido no debería ser STUPID. Los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) están anticuados. El nuevo acrónimo en el mercadeo de suelos para posibles dominós, en el caso de que Grecia caiga es STUPID (España, Turquía, Reino Unido, Portugal, Italia y Dubai). Algo que debería preocupar a Reino Unido. El país no entra dentro de la categoría de PIGS, pero sí está considerado como un STUPID. Dada la facilidad de contagio que pueden tener los acrónimos, Reino Unido necesita mantener las distancias. Veamos como.

Primero, los políticos deben evitar cualquier comparación entre Reino Unido y Grecia. David Cameron, líder del partido conservador en la oposición, comete un grave error cuando subraya las similitudes entre ambos países. Esto puede, de manera marginal, ayudarle en las elecciones, que tendrán lugar probablemente en mayo. Sin embargo, cuanto más asocien mentalmente los mercados Reino Unido y Grecia, peor.

Segundo, el Gobierno necesita elaborar un presupuesto creíble, probablemente en marzo. Lo ideal sería que este presupuesto incluyera una restricción fiscal suficiente como para mostrar que Reino Unido, con un presupuesto para 2010 previsto en el 13% del PIB, está en el camino de la responsabilidad. Sin suponer, al mismo tiempo, un freno tan fuerte que produzca una vuelta atrás hacia la recesión.

Desafortunadamente, Reino Unido se encuentra entre la espada que supone la irresponsabilidad y la pared de una recesión renovada. En un presupuesto electoral, pesaría más la tentación de la irresponsabilidad, el camino más peligroso.

Por último, el Gobierno debería identificar completamente las principales formas por las que se podría expandir la crisis en el país y elaborar planes de contingencia asociados.

Que Reino Unido no está en condiciones para financiar nuevos préstamos al mismo tiempo que refinancia la montaña de deudas del Gobierno supone un riesgo. Además existe la posibilidad de una crisis en medio de la campaña electoral, cuando los políticos están lejos de sus despachos.

Un Plan B apropiado incluiría la puesta en marcha de acuerdos de financiación de contingencia, y la selección de un gabinete económico de crisis que pudiera hacerse cargo incluso en el calor de la batalla electoral. No protegerse, sí sería realmente STUPID para el Reino Unido.

Por Hugo Dixon

Archivado En

_
_