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Columna
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Kraft, ositos de gominola

Si el precio de las acciones de Kraft es un indicio, los accionistas tienen sentimientos encontrados respecto a la compra o no de Cadbury, el apreciado fabricante de dulces de Reino Unido. Sin embargo, los inversores aportaron más de 9.500 millones de dólares al conglomerado de queso y galletas saladas en uno de los días más dulces para los mercados en mucho tiempo.

Las acciones del fabricante de Cheez Whiz se han congelado en alrededor de los 28 dólares por título. Sin embargo, los inversores deben ir en otro barco, a juzgar por la avidez con la que se hicieron con los bonos de Kraft, en un día en el que los mercados se hundían.

La demanda tiene que ver más con las particularidades del mercado de bonos que con un rotundo respaldo al queso Velveeta y al chocolate Dairy Milk. En primer lugar, los inversores no habían explotado el mercado en más de un año, lo que significa que estaban hambrientos por nombres familiares como Kraft. En segundo lugar, los inversores de todo el mundo están buscando lugares estables para poner su dinero debido a la creciente preocupación sobre un exceso de optimismo en los mercados financieros. En tiempos difíciles, hay pocos sectores más resistente que el de la alimentación. Las dificultades de países como Grecia, España y Portugal, junto con crecientes déficits presupuestarios en gran parte del mundo desarrollado, alientan a algunos inversores para que depositen su dinero en empresas de calidad. Esta demanda, por supuesto, podría cambiar si se agravan las incipientes preocupaciones sobre la economía mundial. En ese caso, los fondos podrían desviarse de nuevo a los tradicionales puertos seguros, como los bonos del Tesoro de EE UU. No obstante, Kraft, con su acuerdo financiado, no tendrá que preocuparse por eso.

Por Agnest T. Crane

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