Más control para los controladores

El decreto para regular la actividad de los controladores aéreos, que a instancias de Fomento aprobó el Gobierno el viernes y entró en vigor de inmediato, ha recibido parabienes, pero también duras críticas, entre las que no faltan incluso las acusaciones de autoritarismo. La realidad es otra cosa.

Los controladores han aplicado fórmulas para hacer valer reivindicaciones que en muchos casos suenan a privilegios injustificables, y que han tenido como consecuencia inmediata una suerte de secuestro de los derechos de los usuarios. Y no son el único colectivo laboral que ha abusado de esa práctica. Que un colectivo, sea de la índole que sea, llegue a poner en marcha prácticas que llegan a convertir a los ciudadanos en rehenes de sus reivindicaciones no puede sino recibir el rechazo general. En ese sentido, la estrategia seguida por el ministro de Fomento, José Blanco, de advertir a los controladores, poner en práctica medidas claras y recalcar la oferta de diálogo, es adecuada. Como acertada es la liberalización del servicio de control del tráfico aéreo que lleva incluida el decreto. Si en ese nuevo régimen, estos trabajadores pueden seguir percibiendo sus magníficos sueldos, nos alegraremos mucho de ello. Pero antes que nada deben primar la eficiencia y la flexibilidad y, sobre todo, que no se pierda ni un átomo de seguridad.