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A fondo

La suerte cambia en Detroit

Toyota trató ayer de rebajar el impacto a corto plazo en sus cuentas de los problemas de fiabilidad de sus coches. En todo caso, no a todos apenan por igual los problemas de la compañía asiática. A nadie le agradan los accidentes, ni problemas de este tipo de rivales, dado que nadie está a salvo de que un modelo propio pueda seguir la misma senda. En todo caso, lo que parece un hecho es que algo parece haber cambiado al fin en la suerte de los fabricantes de Detroit, tras años de declive.

Y es que Toyota ha ayudado en gran medida a los problemas de mercado de GM, Ford y Chrysler en los últimos años, a los que ha arrebatado cuota de forma inmisericorde y a los que ha arrinconado con las deficiencias de sus modelos.

Sin embargo, tras años de descensos (y de sufrir un traumático concurso de acreedores) la demanda de los vehículos de GM aumentó un 13,6% con respecto al mismo mes del 2009. Ford logró vender el 24,6% más el mes pasado, y ha incrementado dos puntos su cuota hasta el 16%. En ambos casos, no obstante, las ventas a empresas han ayudado a este crecimiento. El futuro puede ser más halagüeño. El patriotismo no ha logrado convencer hasta ahora a los consumidores estadounidenses a la hora de elegir coche. Los problemas de Toyota, por el contrario, pueden ser un motivo mucho mejor.

En todo caso, aún está por ver el alcance. Buena parte de los analistas han tirado estos días de hemeroteca para calibrar la repercusión sobre la hasta ahora imparable trayectoria de Toyota. Los expertos de la consultora IHS Global Insight recordaron lo que le sucedió a Audi entre 1982 y 1987 con la berlina 5000. En seis años, hasta 1991, las ventas de la marca de los cuatro aros se desplomaron en un 83% por una llamada a revisión de la berlina 5000, a la cual se le atribuyeron hasta siete muertes en 700 accidentes. De hecho, sigue abierta en los tribunales una denuncia de algunos de los propietarios. Finalmente, la marca se vio obligada a reparar unos 750.000 coches fabricados desde 1978. A VW le ha costado unos cinco lustros poder devolverle a su filial las ventas perdidas.

El caso de Audi recuerda bastante al de Toyota. A modo de recapitulación de lo sucedido, hasta ocho de los modelos de la compañía (entre ellos los superventas Camry y Corolla) presentan un fallo de fabricación en una pieza del acelerador que puede provocar una aceleración del coche, o motivar que el pedal no retorne a su posición original. Este problema ha llevado a la multinacional a convocar a sus talleres a unos ocho millones de vehículos en todo el mundo, 5,6 millones en EE UU, hasta 145.000 en España. Según Henry Waxman, presidente del Comité de Energía y Comercio del Congreso, citado por Bloomberg, estos problemas están relacionados con 19 muertes durante la última década.

Además, por si los problemas de Toyota no fueran suficientes, su punta de lanza tecnológica y medioambiental, el híbrido Prius, sufre un problema de software que puede ocasionar problemas temporáneos en los frenos. Los fallos en el Prius suponen un mazazo para la imagen de este coche, el ejemplo que citaban actores y escritores para explicar por dónde ha de dirigir sus pasos la industria de la automoción para ser medioambientalmente responsable. La situación no tiene por qué ser necesariamente dramática. John Wolkonowicz, de IHS, asegura que el alcance de la repercusión sobre las ventas dependerá de la celeridad con que actúe partir de ahora.

En enero, las ventas de la marca Toyota cayeron un 16% hasta 98.796 unidades en EE UU, su nivel más bajo en 11 años. Toda una señal del alcance de un problema que ha frenado la hasta ahora imparable estrella ascendente de una compañía cuya merecida fama de calidad había logrado el milagro de hacerle saltar de 713.843 unidades en 1980 a 2,22 millones en 2008. No han sido pocas las voces que aseguran que, de hecho, el gigante asiático ha sido víctima de este crecimiento.

Audi tardó 15 años en recuperar ventas tras un fallo parecido en los años ochenta

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